lunes, 23 de abril de 2018

LA GALLINA DEGOLLADA, de Horacio Quiroga





Análisis de "La gallina degollada"


Temas. Un cuento con amor, con locura y con muerte

Es uno de los cuentos de terror más famosos de este escritor uruguayo quien, como él mismo nos dice en “El Decálogo del Perfecto Cuentista”, sintió en Edgar Allan Poe a su maestro.
Como dicho escritor norteamericano, maneja el miedo dentro de la propia familia. Los hermanos siniestros, los matrimonios mal avenidos, son un terreno propicio para inventar historias fantásticas pero a la vez muy humanas en donde se expone la fragilidad de la vida, el espanto  que produce la enfermedad, lo imprevisible, la familia como espacio de protección y a la vez de posibilidades de abusos y destrucción.
Se dice que aquí también, como en “El almohadón de pluma”, hay un aire de historia de vampiros. En el mencionado cuento el monstruo dentro del almohadón succiona toda la sangre de la pobre Alicia. Es posible ver en el terrible ser que hay dentro de la almohada un doble del alma del Jordán, el marido, un hombre implacable y frío, incapaz de amar a Alicia.
En “La gallina degollada” los personajes principales son los cuatro hermanos “bestiales”.
Desde un primer momento, se sugiere que adoran la sangre. En efecto, el color de los ladrillos es semejante al de la sangre, y cuando sobreviene el ocaso, los hermanos se excitan porque el cielo campestre se tiñe de rojo. Y la palabra “rojo” es la única que a lo largo del cuento parecen balbucear…
Cuando la sirvienta con lentitud y destreza degüella y desangra la gallina los hermanos la observan fascinados: aterran a la trabajadora que se sorprende viéndolos de pronto allí. Los niños tenían prohibido acercarse a la cocina. ¿Qué los atrajo? Acaso el olor de la sangre.
Y es un “mar de sangre” lo que logran producir al final cuando se cumple su tan anhelado deseo.

El narrador



El narrador que utiliza Horacio Quiroga es una voz omnisciente: conoce todo, pasado y presente de los personajes, e insinúa muy sutilmente su futuro. Habla en tercera persona sin demostrar cariño o empatía por los personajes. Es un narrador externo. Los cuatro hermanos varones parecen inspirarle horror, e intenta transmitir esta impresión a través de largas descripciones sobre su aspecto y modo de ser, con grafopeyas y etopeyas respectivamente.
En el consejo VII del “Decálogo del perfecto cuentista”, Quiroga recomendaba a los futuros narradores “No adjetives sin necesidad”.
Sin embargo, para explicar cómo son los cuatro “idiotas”, el narrador utiliza numerosos adjetivos. Por ejemplo, dice que cuando cae el sol y el cielo se pone rojo sienten alegría “bestial” y cuando se les cae la baba su saliva es “glutinosa”, es decir, espesa.
Se busca así inspirar repugnancia por esos niños, para que el lector se olvide que ellos son víctimas de una horrible enfermedad, y están sometidos al abandono de sus padres y al maltrato de la sirvienta.
El narrador omnisciente conoce el final, aunque no lo dice para crear suspense en el lector. Pero da una pista sobre lo que puede suceder, porque insiste en que dentro de su idiotez los hermanos tienen cierto don “imitativo”. Y en efecto, parecen repetir punto por punto lo que hizo la sirvienta con la gallina en la propia hermanita.
Los otros personajes no le inspiran tampoco piedad al narrador: Berta y Mazzini son presentados como personajes bastante ruines.

La estructura



Como toda narración, este cuento tiene tres momentos: una presentación, una complicación y un desenlace.
La presentación de “La gallina degollada” es mucho más larga que una habitual presentación de un cuento de Quiroga. ¿Por qué? En primer lugar porque este cuento tiene unos cuantos personajes. Siete principales, (la familia), dos secundarios ( el médico y la sirvienta) y dos siluetas ( el abuelo maldito sifilítico, que transmitió taras a su descendencia, y las vecinas, que con su charla distraen a los padres y descuidan a Bertita.)


Presentación

El narrador tiene que presentar a cada uno de ellos: los cuatro idiotas, el matrimonio Berta-Mazzini y la niña, Bertita, son la familia. Todos actúan, todos pueden ser considerados principales (aunque los idiotas serían los que llevan adelante la acción, y los padres serían los antagonistas que los rechazan y les impiden el contacto con su objeto deseado, Bertita…) Ellos intentan cumplir su propósito hasta que lo consiguen.
Bertita es la gran víctima, que se anticipa en el título simbólico: la gallina degollada.
Pero la presentación no es lineal. Una vez usados varios párrafos para describir los idiotas, el narrador realiza una analepsis o flashback donde cuenta los orígenes de tal horrible situación.
Los cuatro hermanos monstruosos no fueron siempre así. Y lentamente el narrador pone al tanto al lector de cómo vinieron al mundo, cómo se enfermaron y cómo la situación desquició a sus padres como individuos y como pareja.
La presentación culmina con la llegada de la hermosa e inteligente Bertita, que completa el cuadro familiar.


Complicación.




Normalmente es un hecho inesperado que cambia radicalmente la vida de los personajes. La hallamos en este cuento cuando una mañana la madre tuberculosa, luego de su primer vómito de sangre, desea salir a pasear todo el día con su marido y su hija amada. Entonces le pide a la sirvienta que cocine, y que mate una gallina.
Es este un hecho cotidiano, pero que se convierte en terrible cuando la sirvienta se da cuenta que el procedimiento de degollar y colgar la gallina es un espectáculo para los idiotas, que se han colado hasta la cocina prohibida.
El impacto que genera en la madre y la sirvienta nos sugiere la importancia de este hecho: es entonces cuando comienza a inquietar al lector el título del cuento.


Desenlace




Empieza a presentirse un cambio de situación. La familia sale de paseo, la sirvienta se va a Buenos Aires.
Hubo una ruptura en el espacio: la casa como lugar donde suceden los hechos terribles por unas horas queda solo habitada por los idiotas.
Cuando vuelve el matrimonio con la nena al caer la tarde, la niña por primera vez se escapa de la sobreprotección de sus padres para ser libre y  entra sola a la casa.
Una vez en el patio, la nena con ensayo y error aprende a saltar el cerco que le limita el mundo. Pero  los idiotas, que han pasado el día allí, la observan y el cuerpo, y sobre todo, la garganta de Bertita se les ofrece como un espectáculo.
El narrador empieza a contar cómo agarran a su hermana, la hacen suya y sugiere que le retuercen el cuello como vieron que la sirvienta se lo hacía a la gallina, dado que por una comparación se indica que le apartan los bucles como si estos fueran “plumas”.
El narrador cambia de escena abruptamente: vuelve el foco hacia los padres que se encuentran conversando con las vecinas. El padre es quien al final descubre la verdad: la niña no contesta… Y al entrar a la cocina ve el horror, que no se describe sino que se sugiere.
La metáfora “un mar de sangre” brinda al lector toda la información necesaria para que imagine lo sucedido. Los idiotas han degollado a su hermana, quien seguramente está colgada como la gallina en la cocina.
No sabemos si además la han cortado en trozos para comerla.
Lo único que insinúa el narrador es que al llegar la madre a pesar de los intentos del padre para que no viera aquel horror, la imagen produce un colapso en la madre, quien cae en los brazos de su marido con un “un ronco suspiro”. Tal vez ha muerto.
Es un final cerrado, pues se cumple el asesinato y la irrupción de la sangre tal como se venía anticipando.
Los idiotas sacian su sed de sangre.