lunes, 23 de octubre de 2017

EMMA ZUNZ, de Jorge Luis Borges


JORGE LUIS BORGES (1899-1986)




Sus temas obsesivos




1) La realidad humana está llena de símbolos.
2) Todo acercamiento a la realidad es una hipótesis, una conjetura.
3) Toda realidad es inaprensible: al no poderse conocer, realizamos esquemas para entenderla.
4) Es obligación de los seres humanos plantearse esquemas para entender el universo, aunque sean provisorios.
5) Un instante resume la vida completa de un ser humano. Porque hay un momento en el cual se comprende el propio destino.
6) La realidad se parece demasiado a la literatura, la ficción se parece demasiado a la verdad, hay veces que se superponen y confunden.
7) El laberinto es el símbolo que mejor representa el universo.
8) Todo ser humano es dos seres humanos. Somos uno y lo contrario también. Convivimos con nuestro propio doble.
9) El mundo es percibido como un sueño.
10) La vida es una intrincada concatenación de causas y efectos.
11) Los seres humanos estamos condenados a la memoria, el olvido no es posible.
12) El universo es un sistema de espejos donde todo se reproduce hasta el infinito.
13) La existencia humana tiene mucho de caos, el individuo parece estar perdido en un laberinto.
14) “Un hombre es todos los hombres”: cada ser humano concentra en sí a toda la Humanidad.
15) La vida puede ser entendida como un libro ya escrito y el universo como una biblioteca infinita.


"Emma Zunz", de Borges



Presentación de la historia

El cuento comienza con una fecha precisa: 14 de enero de 1922. Es un día al que a una joven argentina de ascendencia alemana, le cambia la vida para siempre.
Ese día recibe una carta, de alguien que no conoce, proveniente del Brasil. La carta le informa que un hombre – Maier- se ha suicidado. Pero ella sabe muy bien que el muerto no se llamaba así, sino que tenía un nombre muy similar al de ella, Emmanuel Zunz. Era su padre, un prófugo que había cambiado su identidad.
Así se devela, de golpe, la profunda soledad de Emma. Su amado padre estaba escondido en algún lugar fronterizo, como si fuera un delincuente. Luego el narrador nos explica que, su padre, “el último día le había jurado que el ladrón era Loewenthal”.
Con pocos datos, el narrador (omnisciente, externo, que parece conocer muy a fondo la historia), mientras presenta el dolor de Emma ante la muerte de su padre brinda también a través de pocos detalles una relación de tres: el culpable, Aarón Loewenthal (antes gerente y ahora dueño de la fábrica, y verdadero autor del desfalco), la víctima , Emmanuel Zunz, (el cajero acusado de estafa) y ella, Emma, hija de la víctima y subordinada del culpable, pero que se va a erigir en jueza y verdugo: siente el deber de ser la encargada de ejecutar la justicia que los hombres no han sabido impartir.
Así, con un simple papel, con meras palabras, se desencadenan acontecimientos graves. La palabra adquiere una importancia de hecho demostrable. La verdad del padre se convierte en realidad absoluta. Y la muerte del padre deja de ser un suicidio de un hombre deprimido para transformarse en una muerte desencadenada por un ser despreciable, el traidor, Loewenthal, que en la mente de Emma merece ser castigado.
Emma llora la pérdida de su único afecto, pero también elabora un plan. El lector supone que ha decidido acabar con la vida del verdadero culpable del deshonor y muerte de su padre y de tanto dolor para ella.
El narrador va dosificando información sobre Emma, así, a través de los recuerdos del personaje (prolepsis), se indica también que esa chica que está urdiendo un plan siniestro, sin embargo, alguna vez tuvo una infancia feliz, que tuvo una madre, una casa, vacaciones junto al río. Ese pasado se perdió, y el tiempo se ha permutado en un solo instante: la muerte de su padre, como si esto fuera lo único que realmente le había pasado en la vida.
Hasta aquí, el lector puede pensar que la importancia enorme de esta muerte se debe al amor que le había tenido a su padre. Luego, comprenderemos que Borges maneja un sistema implacable de causas y consecuencias, por lo tanto, la muerte de Emmanuel Zunz será el factor determinante que hará que el cuerpo de Emma termine por ser ultrajado y que ella se transforme en una asesina.
Al terminar de proyectar el plan, Emma intenta disimular y comportarse como si nada hubiera sucedido. Es entonces que el cuento muestra la vida cotidiana que Emma ha tenido hasta ahora. Ha sido simplemente una obrera de 18 años, que vive sola en una pensión como tantas chicas inmigrantes en el Buenos Aires de la década del 20. Solo tiene amigas con las que va al cine y al gimnasio y jamás menciona la posibilidad de un novio, porque los hombres le producen terror.
Ese mundo rutinario se va a perder violentamente.
Su plan comienza a ejecutarse. Dice el narrador que Emma “ya era la que sería”. Con ello se siente la idea tan querida a Borges de que en todo ser humano se aúna toda la humanidad. “un hombre es todos los hombres”. La identidad no es una. Una persona puede ser todo lo contrario de lo que cree ser. Emma se va a transformar en otra. Hasta ahora, era una chica tímida, humilde, trabajadora, moralista. Era virgen.
Cuando ejecute el plan va a necesitar ser fuerte, capaz de mentir, de enfrentarse al mundo, de dar su cuerpo en sacrificio, de mentir y de matar.
Para eso necesita un “ayudante”. Lo elige: se fija en el diario y mira qué barco va a zarpar del puerto de Buenos Aires esa misma noche… Un marinero desconocido de ese barco la ayudará, sin saberlo, a cumplir su “objeto deseado”: la venganza





La complicación

El narrador no dice cuál  es el plan de Emma. Este relato, por cierto, tiene mucho de cuento policial, de misterio, género que le gustaba mucho al gran lector Borges.
En principio, a Emma se la muestra disimulando. Intenta que aquel día, el que serviría para su venganza ,(o desde su punto de vista para hacer cumplir la Justicia), parezca igual a todos. Nadie debe sospechar de ella.
Dos elementos aparentemente inconexos aparecen mencionados: uno, la búsqueda en el diario de los nombres de los numerosos barcos que se hallan en el puerto de Buenos Aires. Por fin encuentra uno que zarparía esa misma noche para Malmö, Suecia. Un barco cuyos marineros ya no estarían al día siguiente.
Por otro lado, concierta con Loewenthal un encuentro, supuestamente para delatar a sus compañeras de trabajo, que estaban planificando una huelga.
Entonces sale de su barrio obrero y se dirige al “infame Paseo de Julio”, un lugar de Buenos Aires asociado al trasiego de prostitutas.
Ella, sola, de quien el narrador nos ha dicho que los hombres le inspiran terror, se mete en esos bares de marineros donde se ejerce la prostitución. Deambula y se ve multiplicada por espejos, como si fuera otra. ¿Es que hay varias Emmas?
Emma encuentra a los marineros del barco nórdico, un  buque que ya no estaría al día siguiente. Y finge ser una prostituta más. Dos marineros son señalados por el narrador. Emma elige al más desagradable, para que “la pureza del horror no fuera mitigada.”
Luego el hombre la conduce por pasillos, por pasajes, como si detrás de él Emma estuviera recorriendo un laberinto. Los espacios son enumerados por el narrador con el polisíndeton y.
Cuando llegan a una habitación, la puerta “se cerró”. Es un instante determinante en la vida de Emma.
La joven de 18 años, al fingir que es una prostituta, mantiene una relación sexual que es vivida de modo doloroso y traumática con el desconocido. El momento es atroz, y en lugar de pensar que se trata de un mero  eslabón en la cadena de hechos que constituyen el plan, solo siente el horror. Por su cabeza pasa como un relámpago que su padre le había hecho eso mismo a su madre. Ese es el momento en que su padre empieza a dejar de ser su héroe, la víctima a la que hay que vengar. Es un hombre más. ¿Y si hubiese mentido al despedirse?
Cuando el marinero se va y deja el dinero, ella en repudio por la agresión sexual recibida lo rompe. Pero Emma ha sido criada en la religión y la moral, y a través del estilo indirecto libre el narrador omnisciente sugiere que Emma respeta el pan, el dinero, todo lo que se consigue a través del esfuerzo y el trabajo.
Luego se da prisa por vestirse y salir de allí. A pesar del asco que siente por su cuerpo, su plan debe continuar.
Trata en el tranvía de que nadie mire su rostro. Una culpa la consume, aunque en su plan ella se propone sacrificarse para poder vengar a su padre y restaurar la justicia.
Sin  embargo, el momento que vivió con el marinero la transformó. Ahora la víctima no es solo el suicida: el padre desterrado y perseguido.
Ahora la principal víctima es ella misma, con el cuerpo herido por un ultraje  no deseado, aunque voluntario. En definitiva, es el padre, y la necesidad de vengarlo  y de tener una coartada para su plan, quien ha ocasionado ese horror tan parecido a una violación. El narrador le llama ultraje.
Nada sucede como previó, del todo. El destino es imprevisible.
Ese hecho es la verdadera complicación, y cambia el destino del personaje. Ella seguirá viéndose como una vengadora, pero ya no de su padre, sino de sí misma.





El desenlace

Cuando Emma se dirige al encuentro del antagonista (Aarón Loewenthal), el lector tiene la impresión de que se acerca el desenlace.
Pero antes de contarlo el narrador ofrece un retrato psicológico de quién es el responsable supuesto de tanto dolor en la familia Zunz.
No se dan grafopeyas de él, pero sí etopeyas. Es un hombre solitario, pues vive en los altillos de la fábrica (antes era su gerente y ahora es su propietario). En verdad, desconfía de todos. Guarda un revólver en el cajón del escritorio. ¿Por qué? ¿Acaso teme que alguien quiera matarlo? ¿Es capaz de usar ese revólver? ¿Contra quién?
Vive sin mujer (es viudo, pero su mujer le dejó una cuantiosa herencia), y no tiene hijos. Parece no querer a nadie. Una reja y un perro que no cesa de ladrar muestran cuán inseguro es, se protege a él mismo y a su dinero. El narrador da indicios de que es un gran avaro.
Si abrió la reja y ató el perro, es porque cree que Emma Zunz viene a darle información sobre una huelga de las obreras de la fábrica.
Cuando Emma llega, el plan sigue su curso. La idea de Emma es pedirle a  Loewenthal vaya a buscar un vaso de agua y aprovechar su ausencia para sacarle el revólver del cajón. Luego, hacer el juicio que los seres humanos no supieron hacer. “He vengado la muerte de mi padre”, pensaba decir.
Como si no dudara de que el culpable de la muerte de su padre es Loewenthal, y por lo tanto, su asesino, entonces el "asesino" debe morir sabiendo que no es impune, oyendo antes su sentencia. Emma se cree un instrumento de la justicia de Dios y quiere demostrarle al hombre que odia que, tarde o temprano, la justicia llega.
Pero ante Aarón Loewnthal se le desbarata el plan. Casi olvida al padre. Necesita matar al hombre por el cual se dejó violar por el marinero. Qué importa que estuviera buscando una coartada. Loewenthal es el origen de la catástrofe que vivió el cuerpo de Emma. Se asiste a la aparición de un tema dilecto de Borges: las culpas se transmiten,  una culpa es causa y otra la consecuencia, se salta de una a otra.
Es tal la urgencia de Emma  por matar al "traidor" que dispara sin hacer el juicio que se proponía.  Cuando pronuncia las palabras meditadas... Aarón ya ha muerto.
Luego llega un final ¿cerrado o abierto? En este el narrador explica cómo Emma realiza una llamada telefónica y acusa a Loewenthal de haberla violado, por lo tanto se sugiere  que lo ha matado en defensa propia. "La historia era increíble, pero se impuso a todos porque sustancialmente era cierta", dice el narrador. Se supone que en 1922 el médico forense pudo constatar la violación.
Esa llamada dirigida a la policía se creyó, parece transmitir el narrador. Es que Emma está diciendo de alguna manera la verdad. Ha sido ultrajada, ella es una víctima, el gran culpable es Loewenthal.
Pero hay otra verdad: se ha convertido en una asesina. Y ha violado el gran mandamiento: “No matarás” y también “No levantarás falso testimonio.”
Se convierte así en la culpable absoluta del cuento.






domingo, 22 de octubre de 2017

RECURSOS POÉTICOS en Pablo Neruda




ANTITESIS: dos elementos opuestos que aparecen asociados
Déjame que te hable también con tu silencio

COMPARACION-  Recurso literario que asocia por semejanza un elemento real y otro imaginario mediante un nexo.
“Eres como la noche, callada y constelada”

PERSONIFICACION- Dar características humanas a un elemento, objeto o a un animal.
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres

DESCRIPCIÓN- Mostrar las características de un personaje, un paisaje o un objeto a través de palabras.

ENUMERACION- Serie de elementos que tienen algo en común y que el narrador utiliza uno a continuación de otro.

METAFORA: Imagen que sustituye un elemento real, porque ambos guardan un parecido entre sí.
“Mariposa de sueño”

YO LÍRICO: voz que habla en el poema.

ESTROFAS: Grupo de versos que se distinguen a lo largo de un poema separados por un espacio en blanco o pausa.

CESURA: Pausa que un verso tiene en el medio representada por una coma.
corría simplemente, como sangre de niños

HEMISTIQUIO: Cada una de las mitades  en que queda dividido un verso por la cesura.
Claro como una lámpara, simple como un anillo

PARALELISMO: Dos versos tienen la misma estructura y transmiten la misma idea uno a continuación del otro.
 parece que los ojos se te hubieran volado
  y parece que un beso te cerrara la boca

RIMA: Coincidencia de sonidos a partir de la última vocal acentuada al final de dos versos diferentes.

MÉTRICA: Número predeterminado de sílabas que tienen todos o algunos versos de un poema.

POLISÍNDETON: Repetición de la conjunción “y” en lugar del uso de la coma para dar efecto de acumulación.
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras

ANÁFORA: Repetición de la misma palabra a comienzo de distintos versos.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo

VOCATIVO: Invocación o llamado que se hace a comienzos de un verbo a alguien que escuchará el poema.
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,

miércoles, 11 de octubre de 2017

EXPLICO ALGUNAS COSAS, de Pablo Neruda

                                               "Guernika", de Pablo Picasso, 1937


Explico algunas cosas


Preguntaréis: y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.

Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
                                      Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
                                                        Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
                               Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
                                                   Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
                        pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles



Neruda frente a la Guerra Civil Española

La protesta del testigo


El yo lírico se dirige en este poema a varios interlocutores. Al inicio y al final, las estrofas interpelan a los lectores. El inicial “Preguntaréis”, supone el yo lírico. Es un yo lírico que se acerca mucho al autor. Parece que estuviera hablando el propio Neruda.
Como poeta consagrado, sabe que lo que escribe tiene incidencia en la sociedad. Pero también es  consciente de la ruptura que su poesía nueva implica con respecto a sus anteriores poemas que lo encumbraron en la fama, como por ejemplo, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Ante la irrupción del fascismo en su vida y en la del mundo, el yo lírico ya no puede hablar del amor de pareja (representado en las lilas y amapolas), ni del amor a su tierra (representada en los volcanes).
Usa una sola estrofa, constituida por un único verso, donde explicita el origen de su escritura: “Os voy a contar todo lo que me pasa”.
Más adelante los interlocutores van a cambiar. Mientras explica a los lectores su pasado reciente de paz, donde vivía en una ciudad llena de armonía como el Madrid democrático y republicano, de pronto parece recordar sus grandes amigos con los que compartió esa maravillosa experiencia, la fuerza cultural de la España de la década 20 y 30. Así, aparecen las figuras de Rafael (por el poeta Rafael Alberti) y Federico, (por Federico García Lorca, asesinado en agosto de 1936), que parece oírlo bajo tierra mientras sobre su cuerpo desaparecido crecen flores.
Y tras este paréntesis lleno de ternura, con preguntas retóricas que evocan un pasado perdido (anterior al golpe de estado militar liderado por Franco), la descripción del mundo en paz continúa.
Pero el poema parece quebrarse con el verso “Y  una mañana todo estaba ardiendo”. A partir de allí, las imágenes describen con enorme crudeza la destrucción de un bombardeo.
El yo lírico sabe quién es el responsable de tanta violencia y tanta sangre derramada. Se trata de los militares golpistas (“Generales / traidores”), que se alzaron contra la flamante República Española del Frente Popular, un golpe militar que apoyaron logísticamente Hitler y Mussolini.
A esos asesinos también interpela el poeta, y casi al final del texto promete que la vida y la Historia se vengarán y los liquidarán, que triunfará la democracia.
Lamentablemente, en España ello no sucedió y tras el triunfo de Franco se sucedieron cuarenta años de una durísima dictadura.
El poema fue inspirado por el horror que sintió Neruda ante la ruptura del orden que había elegido del pueblo, por la acción destructiva de fuerzas políticas que masacraban la vida que él amó.


LA ESTRUCTURA EXTERNA DEL POEMA PARECE CAÓTICA, LOS VERSOS NO TIENEN MÉTRICA NI RIMA Y LAS ESTROFAS TIENEN DISTINTA CANTIDAD DE VERSOS.
PERO EL POEMA TIENE RITMO, BRINDADO POR LAS REPETICIONES, LAS ANÁFORAS, LOS PARALELISMOS.
EN CAMBIO  EN SU ESTRUCTURA INTERNA SE VE CLARAMENTE DOS MOMENTOS ANTITÉTICOS: LA BELLEZA DE LA PAZ Y EL HORROR DE LA GUERRA.


Análisis de “Explico algunas cosas”

La vida en la paz





Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.

El pretérito imperfecto “vivía” sugiere un periodo prolongado, un tiempo del recuerdo, un tiempo que parecía que nunca fuera a terminar. Es el tiempo de la felicidad. De la paz. El yo lírico, que en este caso comparte elementos de la autobiografía de Neruda, que vivió allí antes de la Guerra Civil Española: describe una ciudad llena de vida, donde resuena el nombre “Madrid”.  Para  explicarla  da una imagen visual y auditiva: es una ciudad llena de campanarios, de torres, que marcan con su bello sonido el paso del tiempo, pero también la armonía entre la cultura centenaria de la ciudad y los viejos árboles que han crecido adornando sus calles.

Desde allí se veía
 el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.

A su vez la ciudad estaba enmarcada en una región antiquísima, donde se cultivó el trigo, el viñedo y el olivo durante siglos y siglos. Castilla es una tierra árida, una extensa llanura marrón que sin embargo sus trabajadores han sabido labrar  y hacer producir su delicioso aceite.
Se utiliza un metáfora y una personificación para explicar ese paisaje peculiar que se ve desde la ventana, y una comparación muy sorpresiva: “como un océano de cuero”.

Mi casa era llamada la casa de las flores,
porque por todas partes estallaban geranios:
era una bella casa con perros y chiquillos.

 Los versos van de lo general a lo particular y el yo lírico también describe la casa donde fue feliz, una casa llena de flores coloridas en los balcones, característicos de Madrid. El “estallaban geranios” da una imagen de vida rebosante que se completa con los sonidos de los perros y los niños.
El poema interrumpe la descripción de los lugares amados perdidos para entrar en un coloquio íntimo con seres a los que llama a través de sus nombres propios, los amigos del poeta que compartieron la felicidad de vivir en el Madrid de los años previos a la guerra. Llama la atención que nombre especialmente a Federico, refiriéndose evidentemente a Federico García Lorca, asesinado en los primeros días de la guerra civil. Su cuerpo es imaginado por el yo lírico en una fosa desconocida pero saliéndole flores por la boca. Los amigos del poeta, perdidos por el caos de la guerra, aún dialogan con él porque viven en su memoria. Las preguntas son retóricas , no esperan respuesta. En un momento la emoción lo interrumpe y llama a su amigo “Hermano, hermano”.

 Todo
eran grandes voces,  sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles
con su estatua como un tintero pálido entre las merluzas:
 el aceite llegaba a las cucharas,
 un profundo latido
 de pies y manos llenaba las calles,
 metros, litros, esencia aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.


La enumeración, la mención de elementos de una misma serie, sigue siendo el recurso dominante del poema. Cada verso describe una imagen imborrable del barrio en donde vivió, Argüelles, que se caracteriza por sus mercados, mercados típicos españoles redondos, techados, que ocupan una manzana.
El poema se transforma en una serie de sensaciones como si el poeta estuviera allí recorriendo un mercado, asaltado por imágenes sensoriales de la belleza de los productos alimenticios de la tierra española, mucha comida que a partir de la guerra escaseará y hará morir de hambre a la población de Madrid.
La comida representa también el trabajo, la producción, la habilidad de los campesinos, que solo es posible crear en la paz. También una comparación luce en la enumeración: se trata de la estatua del poeta Quevedo, que aunque no es mencionado, su estatua aparece erguida, negra de bronce, como un tintero, en medio del colorido de los alimentos.
Se destacan ingeniosas metáforas: “ delirante marfil fino de las patatas” (por el color de las papas), e hipérboles (tomates repetidos hasta el mar).

Todo ello va a tener un terrible final:  el comienzo de la guerra, de los bombardeos y de la sangre.




Irrupción de la guerra


El mundo de paz, armonía y concordia entre la sociedad y la naturaleza descrito en la primera parte del poema tiene un momento en que se pierde por completo. El yo lírico lo identifica: “una mañana”. Es el primer bombardeo que sufre en Madrid, luego del golpe de estado realizado por Franco y las fuerzas fascistas el 18 de julio de 1936.
Para explicar el horror de las bombas primero realiza una enumeración y luego resume la destrucción en el símbolo del fuego.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces, 
y desde entonces sangre.


Esa destrucción tiene un responsable. Tiene nombre y apellido. Neruda explicita su indignación contra los militares fascistas que dieron el golpe de estado y atacaron a la República Española.

Los define como delincuente, porque son ellos los que violentan la ley. Para ello usan armas de última generación, los aviones prestados por su cómplice Hitler, y para atacar al pueblo español necesitan pagar mercenarios de otros pueblos (los moros, que se enrolaron en las filas de Franco).
A su vez, estos asesinos atacan la democracia y la República para defender los intereses de los poderosos de siempre en España: una aristocracia ridícula, obsoleta (representada en las joyas, las sortijas) y la iglesia católica, muy conservadora, representada en esos frailes negros a quienes no les importó ver morir inocentes en una actitud cínica e hipócrita.

Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas, 
bandidos con frailes negros bendiciendo 
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños 
corría simplemente, como sangre de niños.






El símbolo de la sangre se hace omnipresente, como sacrificio de víctimas que no debían morir, especialmente los niños, que son el futuro de la República.

Entonces el yo lírico se llena de furia y acusa y sentencia a los responsables de tal masacre.
Los insulta asociándolos a seres despreciables, malignos. Y que serían rechazados entre seres de su propia especie inclusive.
Se produce una enumeración caótica, violenta, de metáforas que muestran a los militares de Franco como la peor escoria.

Chacales que el chacal rechazaría, 
piedras que el cardo seco mordería escupiendo, 
víboras que las víboras odiaran!

No obstante,  pese a la vileza de Franco y sus secuaces a través de una metáfora explica la rebelión popular con que obreros, campesinos y civiles intentaron detener el golpe militar defendiendo la democracia con todo tipo de armas. España unida, para el yo lírico, renace con valentía y hace frente (“he visto levantarse”), a la traición militar.
Es el comienzo de la heroica gesta del pueblo español que intentaría preservar la República y que tras tres años de lucha sería derrotada en 1939.

Frente a vosotros he visto la sangre 
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola 
de orgullo y de cuchillos!

Generales

traidores:
mirad mi casa muerta, 
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo 
en vez de flores, 
pero de cada hueco de España 
sale España, 
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos, 
pero de cada crimen nacen balas 
que os hallarán un día el sitio 
del corazón.

El poema finaliza muy cerca de cómo comenzó. Nuevamente se dirige a los lectores para moverlos de su pasividad, para que entiendan que su poesía cambió definitivamente de temática (de una poesía amorosa que alaba la naturaleza pasa a ser una poesía comprometida, política) y termina con una exhortación a que todo el mundo defienda y se comprometa con la democracia de la joven República española.

Preguntaréis por qué su poesía 
no nos habla del sueño, de las hojas, 
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver
la sangre por las calles, 
venid a ver la sangre 
por las calles