viernes, 3 de mayo de 2019

Garcilaso: Soneto XIII

Garcilaso de la Vega (1501-1536)


Fue un hombre culto, sensible, rico, noble, valiente y dicen los testimonios que bello. Escribía extraordinarios poemas de amor. Sin embargo, gran parte de su obra gira en torno a una obsesión: el desamor. El deseo del amante y el rechazo o ausencia del amado es el drama existencial que inspira muchos de sus poemas.
Por eso, como buen hombre del Renacimiento, toma prestado de la mitología griega un mito que se plantea esta conflictividad tan inherente a la condición humana. Se trata del mito de Dafne y Apolo.
La primera, una diosa menor, una ninfa, es perseguida y acosada por un desesperado Apolo (dios del sol, de la poesía y de la música), que se ha enamorado perdidamente de ella, y dado su poder, no acepta el rechazo de Dafne.
Dafne, antes de ser atrapada y poseída a la fuerza por Apolo, pide ayuda a su padre, el dios de los ríos. Este la ayuda a transformarse en árbol, y de esa manera Dafne logra evadir a Apolo mientras este queda lleno de dolor, doblemente: por no haber sido correspondido en su amor y porque Dafne ya no será nunca más una hermosa ninfa, sino un ente extraño, con la piel convertida en áspera corteza.
Muchos lectores creen ver en el tema predilecto de Garcilaso una proyección de lo sucedido en su vida: amó intensamente a una joven portuguesa, dama de la reina, Isabel Freire, quien finalmente lo rechazó y se casó con otro hombre. 




¿Qué es un soneto?


Un soneto es un poema con una estructura estrictamente establecida. Es un texto lírico muy breve y muy intenso. Todo soneto plantea en sus dos primeras estrofas un conflicto y en los tercetos ese problema es razonado y se arriba a una conclusión. Por eso el soneto debe brillar no solo por su belleza poética sino por su capacidad de reflexión, por su inteligencia. 
Los sonetos comenzaron a escribirse en Italia y en el Renacimiento tuvieron un gran éxito. Garcilaso, cuando estuvo exiliado en el Sur de Italia (Nápoles) varios años, tuvo la oportunidad de encontrarse con el extraordinario arte del Renacimiento Italiano que dio genios como Leonardo da Vinci.
Se dice que el soneto XIII el yo lírico parece estar observando un cuadro, una pintura que trata el tema de Apolo y Dafne y lo conmueve profundamente.
El soneto tiene una estructura fija: una vez que el poeta elige esta forma de poema debe atenerse a ella.
Su figura sería así:

-----------                                                                            CUATRO ESTROFAS 
-----------               Primer cuarteto                    
-----------
-----------

-----------
-----------               Segundo cuarteto
-----------                                                                                
-----------

-----------
-----------               Primer terceto
-----------

-----------
-----------               Segundo terceto                                       CATORCE VERSOS
-----------


Las estrofas son grupos de versos. Entre ellas hay un silencio que se visualiza como un espacio en blanco. Los versos que usa Garcilaso son ENDECASÍLABOS, es decir, de once sílabas.

A - Daf- ne- ya-los-bra-zos-le- cre-cí-an
1       2     3    4    5    6     7   8    9   10   11

La metamorfosis de Dafne (cuartetos)





El soneto comienza con la mención explícita a Dafne. Todo aquel lector del Renacimiento conocía bien este mito. No es necesario explicar por qué a Dafne le sucede esa transformación. El lector del poema sabe que Dafne se transforma en árbol para huir del acoso de Apolo, gracias al poder de su padre, el dios de los ríos.
En el primer cuarteto describe la metamorfosis de la ninfa desde la parte superior de su cuerpo:

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban.

El primer dato de que la transformación no es mágica ni repentina, sino un proceso casi doloroso, es el uso de los verbos en pretérito imperfecto, tiempo que implica duración: "crecían", "mostraban".
Desde el inicio la hermosura de Dafne se deforma. No es normal tener brazos tan largos como ramas, pero estas además de ser "luengas"son torcidas. Un árbol no tiene la simetría y perfección de un cuerpo humano, el cuerpo que tanto admiraron los renacentistas, como se observa en el famoso dibujo de Leonardo da Vinci "El hombre de Viterbo".
Los siguientes versos del poema muestran cómo crece la metamorfosis: un elemento constitutivo de la belleza y la femineidad, el cabello -que en los códigos estéticos manejados debía ser rubio para ser más hermoso-, pasa a ser algo absolutamente insólito... hojas verdes.
Así, se pasa de una cabellera brillante y armónica que competía con el oro y lograba brillar más que este ("los cabellos que el oro escurecían"), a un follaje caótico y verde, como una inmensa peluca estridente.
En este cuarteto se hace referencia, casi al pasar, al YO LÍRICO: "en verdes hojas VI que se tornaban". ¿Quién es el sujeto del verbo ver? Es el mismo ser que describe el desgarramiento del cuerpo de Dafne, al que asiste impotente y quizás con horror.
En el segundo cuarteto la mirada del yo lírico va bajando y se topa con los "tiernos miembros"de la ninfa, que parece estar desnuda. Se hace referencia aquí a la atracción erótica que despierta Dafne.
Pero la transformación no es total todavía: los muslos o piernas de Dafne todavía tienen temblor, movimiento, vida humana, que contrasta con la quietud del tronco de un árbol.
Otro tiempo verbal que da idea de continuidad y de tiempo en proceso es el gerundio: "bullendo".
El cambio atroz sufrido por el cuerpo de Dafne culmina en los pies. Los pies de Dafne, como los de toda doncella idealizada en el arte renacentista, debían ser pequeños, blancos, perfectos. Pero en el cambio que está experimentando ese cuerpo los femeninos pies crecen, se retuercen, cambian de color, se hunden en la tierra.
Puede decirse que hay una cadena  de antítesis entre el anterior cuerpo perfecto de Dante y este nuevo ser extraño que no termina de ser árbol todavía, por ahora es casi un monstruo.
Es entonces que llegan los tercetos, y la metamorfosis termina. Es el momento en que el poema se refiere a Apolo, el poderoso dios que no consiguió satisfacer su deseo.


Los tercetos: el dolor del amante rechazado


El primer terceto se centra en el personaje de Apolo, a quien no se menciona directamente, sino que se lo alude con el pronombre "Aquel". Él ha sido la causa del desastre antes descrito, la pérdida de la identidad corporal de Dafne. 
Pero el DAÑO no solo es sufrido por el desgarrado cuerpo de Dafne -por la pérdida de su identidad de mujer-, sino que el desastre lo comparte el causante de todo, Apolo, aún más desgraciado que ella.
El enamorado ardiente ahora solo puede llorar, por todo el mal que ha producido y por no poder poseer a Dafne. Llora (como tantos hombres en los mitos griegos),  y sus lágrimas solo logran empeorar su situación, porque las lágrimas funcionan como agua que nutre y fortifica el árbol.

"a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba"

Es una PARADOJA: el deseo de Apolo, al no ser satisfecho, se convierte en dolor, y cuanto más muestra su dolor, más rechazo obtiene.
Hay un crecimiento del ritmo y el nerviosismo del soneto. En los tercetos se cambia la rima, que si bien sigue siendo CONSONANTE , ahora en lugar de ser abba/abba, es cde/cde.
En los tercetos también se cambia el tono, y las palabras se vuelven más crispadas. Por ejemplo, surgen la cesura y el encabalgamiento, en especial el encabalgamiento abrupto.
El encabalgamiento consiste en continuar el orden sintáctico de un verso en el siguiente verso. Si la oración se continúa en todo el verso siguiente, se trata de un encabalgamiento suave. Si en cambio la oración termina en mitad del segundo verso, y hay una cesura (una pausa marcada por una coma o un punto en mitad del verso), se trata de un encabalgamiento abrupto.
En el caso de estos dos versos citados hay dos cesuras (en forma de comas) y un claro encabalgamiento abrupto "... , crecer hacía/ este árbol, ...".
Todo el poema está atravesado por el HIPÉRBATON, que es un recurso muy utilizado en la poesía, y especialmente en la poesía culta.
El hipérbaton es un recurso literario que consiste en dar vuelta el orden normal o esperable de las palabras. Es una forma libre de colocar a estas, lo cual le da una gran flexibilidad al verso. En la poesía no se utiliza el lenguaje como "hablamos", sino que se crea una lengua diferente, cargada de imágenes y musicalidad.
Sin hipérbaton, el terceto diría que "Aquel que fue la causa de tal daño hacía crecer este árbol con lágrimas, (lo) regaba a fuerza de llorar.


El yo escondido: la reflexión del yo lírico.






¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

El último terceto, que remata el soneto, termina entre signos de exclamación. Todo él es una queja, un lamento, que comienza con la interjección "Oh", palabra breve que señala gran dolor.
Parece que el yo lírico también llorara, no solo Apolo. Y parece que se hubiera dejado de lado el mito en sí mismo para reflexionar y lamentarse de la situación humana que se acaba de describir: el desamor.
Amar y ser rechazado es un destino que aqueja a muchos seres humanos, y para el yo lírico es un "estado", una situación desastrosa.
Un mal mayor que aqueja a hombres y a mujeres, sin explicación racional. Lo esperable es que el amor fuera correspondido, pero no solamente no lo es en infinidad de ocasiones, sino que el amor del otro produce en quien se siente amado y no ama un rechazo profundo.
Es una PARADOJA, que se explicita a través de metáforas. El dolor por no ser amado se visualiza en el "llorar", el rechazo ante el amor ajeno, que no se comparte , es la causa y la razón del dolor. Pero ese dolor del que ama y sufre crece ante el rechazo.
Es un círculo vicioso que hace desdichados a Dafne, a Apolo, al yo lírico, a Garcilaso de la Vega y a todos los lectores que han experimentado este dolor.
Se trata de un poema típicamente renacentista, dado que nunca el cristianismo medieval dio respuesta a estas cuestiones tan exclusivamente humanas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario