viernes, 20 de septiembre de 2024

FAUSTO, de Goethe


"La noche"

La obra Fausto, de Wolgfang Goethe, puede ser considerada una obra teatral. De hecho, está constituida enteramente por monólogos y diálogos, e incluso tiene acotaciones que informan a aquellos que la representarán el lugar y el tiempo de la acción.Sin embargo, hay quien percibe en Fausto una obra más para ser leída que actuada, dada la extensión de los parlamentos de los personajes.Tal vez el joven Goethe, que comenzó a escribir su Urfaust cuando formaba parte de un grupo de amigos que se autodenominaba Sturm und Drang, haya proyectado su obra para ser leída en voz alta.No obstante, las adaptaciones teatrales, cinematográficas y operísticas han proliferado desde que se publicó este libro. Goethe estuvo 60 años para escribirlo en su totalidad: el Fausto en sus dos tomos fue editado póstumamente, luego de la muerte de Goethe en 1832.Goethe, con el tiempo, realizó enmiendas y agregados a su obra, por ejemplo, le añadió un "Prólogo en el cielo"donde Dios y el diablo -Mefistófeles- realizan una apuesta sobre quién se va a quedar definitivamente con el alma de Fausto.Pero el verdadero inicio de la acción es el momento en que los lectores - o espectadores- nos hallamos en la escena "La noche". La acotación y el monólogo muestran un hombre solo, en una siniestra habitación abovedada, que en mitad de la noche y frente a su escritorio de estudio se cuestiona su vida.En efecto, el personaje hace una evaluación de aquello a lo que se ha abocado con "obstinado empeño" y que hoy siente como algo inútil. Realiza una sucinta enumeración de todas las disciplinas que ha estudiado: Filosofía, Jurisprudencia, Medicina y también Teología.La única conclusión que esos largos años de estudio le han brindado es la convicción de "nada es posible saber". A diferencia de Sócrates, con su famosa frase "solo sé que no sé nada", Fausto se presenta como un anciano inundado de pesimismo, solitario, que no siente empatía por sus discípulos, a quienes reconoce llevar de un lado a otro sin darles realmente conocimiento.También desprecia a sus colegas, a quienes llama "caterva de imbéciles", y a todo ese mundillo intelectual que, en el momento en que transcurre la obra -a fines de la Edad Media- se consideraban dueños de la verdad: doctores, maestros y curas que practicaban un conocimiento acientífico.Toda esa vida de estudio tampoco le ha brindado dinero ni éxito ni familia ni amor, pero sobre todo, sí le ha dado frustración. Se siente casi un traidor al enseñar, como profesor, conocimientos que está seguro de no saber exactamente. El mundo está lleno de misterios encerrados en sus entrañas, que a Fausto le atraen profundamente.Está harto de las palabras "vacías". En esta primera imagen Fausto parece un fracasado que está haciendo una evaluación muy negativa de su vida y que siente que todo lo que ha hecho es solo un "tráfico de palabras". Da la impresión de que las siente vacías.



La luna


Pero en este monólogo no todo en Fausto es dolor y desesperación. De pronto, la luz de la luna lo ilumina. La luna, símbolo de paz, femineidad y misterio en tantas culturas, parece ser una amiga que lo protege. Entonces le habla a ella, personificándola, como si fuera la única capaz de escuchar sus penas en ese mundo. La luna sustituye al Dios cristiano al que en este momento no se invoca. Fausto quisiera vagar por los campos a la luz de la luna, húmeda de rocío, como un espíritu. Se ha visto con frecuencia la asociación entre las ideas de este Goethe y el panteísmo de Spinoza, que consideraba a la Naturaleza como el verdadero Dios.
Pero ese momento de paz interior dura poco. Tras dirigirse a la luna, Fausto vuelve a autocompadecerse y entonces describe el lugar en donde ha pasado tantos años. Lo denomina "cárcel", metáfora que puede entenderse tanto como el gabinete de estudio como su cuerpo, su propia vida.


La renuncia a la ciencia


Vuelve entonces el Fausto violento y enfadado con la vida. Vuelve aquel hombre que había admitido no temerle al cielo ni al infierno. Ve los libros alrededor y los siente podridos y agusanados.
Ha llegado a un punto límite. Da la impresión que su soliloquio con la luna fue una despedida. ¿Estará a punto de suicidarse?
No, en lugar de suicidarse este Fausto desesperado abandona la ciencia y se deja llevar por la magia.
Entonces es cuando abre los libros del siniestro Nostradamus y comienza a actuar como un brujo.




Fausto II 
Invocación a los Espíritus 


El signo del Macrocosmos y el Espíritu de la Tierra

Cuando Fausto ya muy decepcionado de su fracaso como científico parece que solo le queda como alternativa el suicidio o la huida de su gabinete, vuelve los ojos a un libro muy especial. Se trata de un libro que se destaca entre los papeles agusanados. Es un libro de ocultismo escrito por el famoso astrólogo Nostradamus.
Al abrir el libro se le aparece un signo, el del Macrocosmos, que produce en Fausto una extrañísima reacción, como si entrase en un mundo desconocido. Se atreve entonces a invocar los espíritus, a quienes siente flotando alrededor.
Está incursionando en un territorio que siempre ha rechazado: lo sobrenatural. Ni la ciencia ni la religión cristiana le han brindado elementos para la cabal comprensión del universo, pero ese simple signo en ese libro maldito le abre las puertas a sentimientos insospechados.
Fausto, mirando el signo, siente que las fuerzas ocultas de la vida se le manifiestan frente a él. Deja atrás su angustia y parece sentirse fascinado por ese espectáculo que se le manifiesta.
La gran pregunta es : ¿el signo verdaderamente hace efecto sobre él o es enorme la sugestión y el delirio del viejo Fausto que necesita creer en algo nuevo?
Pronto otra vez lo gana la depresión. Este personaje, típico del Sturm und Drang, y un pionero del Romanticismo, se muestra a merced del torrente de pasiones. La desesperación lo embarga a pesar de que acaba de preguntarse ; "¿SOY YO MISMO UN DIOS?"
Claro que no le sirve tan solo observar. Quiere actuar. Quiere ser partícipe de las fuerzas del universo. Se cree un titán.
Entonces sigue avanzando en el peligroso libro de Nostradamus. Ahora en lugar de conformarse con el espectáculo del todo del cosmos, invoca al Espíritu de la Tierra,
Hasta entonces, todo cuanto sucedía podía ser parte de la imaginación de Fausto. Pero a través de sus palabras nos percatamos de que, efectivamente, algo tremendo está sucediendo alrededor.
Si Fausto se representa como obra de teatro, esta escena deberá ser descollante. Una imagen aterradora se le presenta entre luces y fulgores en el gabinete. Tan exorbitante es, que Fausto se llena de miedo y exclama : "Horrrible visión" y enseguida "¡Infeliz de mí!"
El espíritu lo desprecia entonces. ¿Por qué invocarlo si Fausto es a su criterio un pobre gusano muerto de miedo?
Pero pronto Fausto se recupera y le grita al Espíritu: "¡ Yo soy Fausto, Fausto, tu igual!"Por fin nos encontramos ante un nuevo Fausto, ha dejado atrás las dudas y está dispuesto a todo.
Pero en ese momento interrumpe Wagner, su asistente, que con su inocencia, su gorro de dormir y su mediocridad corta la magia en que se veía hundido Fausto, y nuevamente se impone la condición humana, limitada y a merced del hambre y el dinero.


Avanza la noche - Aparición del Espíritu de la Tierra



 Incursión en la Magia

“¡Vosotros, espíritus que estáis flotando junto a mí, respondedme si me oís!”, invoca el doctor Fausto en mitad de la noche, encerrado en su gabinete.
Acaba de abrir el libro de Nostradamus y ha visto el signo del Macrocosmos. Por lo tanto, en lugar de huir al amplio campo bajo la luz de la luna - como había anhelado- huye al amplio campo de la magia. Es el abandono definitivo DEL ESPÍRITU RACIONALISTA QUE ESPERA ENCONTRAR LA FELICIDAD HUMANA EN LOS PROGRESOS DE LA CIENCIA Y EL CONOCIMIENTO.
Los libros agusanados que ha dejado de lado son los de “Filosofia, Medicina, Jurisprudencia, y también Teología”,  las disciplinas que han ocupado sus días y lo que nos ha dicho ha estudiado toda la vida.

Nostradamus.

Se zambulle en el libro de Nostradamus, un misterioso astrólogo, pensador y promotor de profecías que escribió exitosos libros en el siglo XVI, siendo acusado de hereje.
Aunque Goethe escribe su obra en el siglo XVIII, la historia del personaje se desarrolla a fines de la Edad Media, pues hubo un auténtico Fausto en el siglo XVI que dio origen a la leyenda que retoma Goethe del “sabio que vendió su alma al diablo”.
Por lo tanto, es natural que el personaje de Fausto conociera los libros de Nostradamus. Como astrólogo, los libros de Nostradamus presentaban signos de carácter críptico, esotérico. El primero que Fausto descubre es el del Macrocosmos, que por un rato lo fascina y lo envuelve en una extraña voluptuosidad, como si se estuviera desprendiéndose de su realidad cotidiana rutinaria y se acercara a las fuerzas vivas del universo.
NO OLVIDEMOS QUE ESTO ES TEATRO, por lo tanto, a través de un monólogo, es el propio personaje de Fausto el que explica a los receptores qué es lo que verdaderamente ve: y ve, por ejemplo, cómo la energía del universo circula como a través de cubiletes de oro.
Mirando el signo del Macrocosmos Fausto se pregunta “¿Soy yo mismo un dios?”. El titanismo se le ha despertado, su soberbia que lo ha llevado a pretender ser el hombre más sabio del mundo ahora lo lleva a pretender estar en contacto con la energía del universo y tener la clave para su comprensión.
PERO FAUSTO ES UN TÍPICO PERSONAJE DEL STURM UND DRANG (Tormenta y pasión) y su personalidad cambia constantemente de registro, de la euforia y el trance pasa a la depresión y al sentimiento de fracaso.
Porque evidentemente mirando el signo del Macrocosmos no hace más que ser un espectador. Y Fausto quiere intervenir, actuar, tener poder.
Entonces, simbólicamente, da vuelta la página. Y el siguiente signo que se le presenta es el del Espíritu de la Tierra.

Un paso más allá

 Este es un signo al parecer mucho más poderoso, pues no se trata solo de contemplar, sino de traer a espíritus de lo más recóndito del universo junto al propio Fausto. El conjuro parece hacer efecto. Fausto dice: “Mis fuerzas se multiplican”. Nuevamente se siente un coloso, un titán y es capaz de convocar a algo mucho más terrible. Está dispuesto a “lanzarse al mundo”. Se produce entonces, según las palabras de Fausto –y no una acotación- un cambio en el escenario. Se habla de luces, ruidos, un viento frío, un  fulgor rojizo.
Es la aparición del Espíritu de la Tierra, que lo hace por detrás de Fausto, quien se da vuelta y sufre un enorme impacto hasta gritar: ¡Horrible visión!
FAUSTO OSCILA PERMANENTEMENTE ENTRE SUS LÍMITES HUMANOS Y SU DESEO DE EXTRALIMITARSE. ES UN HOMBRE, SOLO UN HOMBRE, PERO SU AMBICIÓN POR CONTACTAR CON LAS FUERZAS SOBRENATURALES QUE LO SUPERAN ES MUCHA.
El espíritu, salido de un mundo fantástico, dice ´ "¿Quién llama?" Y es verdad: Fausto ha realizado una invocación.
(El director y escenógrafo que lleven a escena este episodio deberán usar efectos especiales para mostrar a este nuevo personaje, que parece salir de las profundidades de la Tierra.)



Pero Fausto quizás aún no esté preparado para ello. Porque al ver al terrible Espíritu y aterrarse, el Espíritu de la Tierra lo percibe como un hombre cobarde, como un “gusano” que se ha atrevido a movilizar fuerzas potentes siendo él un débil. El parlamento del Espíritu además de degradarlo le exhorta  A DEFINIRSE: “¿QUIÉN ERES?”, le grita.
Es mucho más que preguntar un nombre. Fausto debe decidir qué quiere ser en la vida: si un pobre anciano al borde de la muerte luego de haber desperdiciado toda su vida en los libros, O UN SUPERHOMBRE, EL MÁS PODEROSO DE LOS HOMBRES, UN SEMIDIOS, UN TITÁN.
Y, efectivamente, le contesta al Espíritu: “SOY FAUSTO, TU IGUAL”.


El Espíritu de la Tierra y Fausto hablan...
de igual a igual.
Fausto se siente herido en su amor propio ante los reproches del Espíritu de la Tierra, que lo acusa de haberlo invocado y de aterrorizarse ante su presencia. Sin embargo, el Espíritu parece extrañado de la reacción temerosa de Fausto, ya que también le llama SUPERHOMBRE.
Parece que las fuerzas oscuras del universo hubiesen detectado en Fausto un ser excepcional, capaz de dar la espalda a los valores cristianos para introducirse en un mundo sobrenatural donde rigen otras leyes.
El Espíritu menciona la poderosa voz que usó Fausto para llamar, la fuerza de un hombre que "creaba un mundo dentro de sí" pero que ahora parece un tembloroso  y "acurrucado"gusano.
Fausto reacciona y revierte su horror: se coloca al mismo nivel del Espíritu, como si él no fuera un hombre común, limitado. Y entonces el enojo del ser llegado de las entrañas de la tierra parece ceder.
El Espíritu se dispone a declamar la esencia del universo: "el oleaje de la vida" y declara: "trabajo en el zumbante telar del tiempo y urdo el ropaje viviente de la divinidad".
Por lo tanto, Goethe parece crear en esta escena la representación de las ideas panteístas de Spinoza". Dios, ese misterioso Dios que nada tiene que ver con las prédicas de los curas, está al parecer en el mundo secreto de la naturaleza, la Tierra y los espíritus.
El lenguaje del personaje es completamente exaltado, no tiene nada de humano, cada palabra trasunta grandeza. Y Fausto escucha, asombrado y fascinado.
Si hasta este momento podría verse en Fausto un pobre viejo loco que invoca espíritus y se deja llevar por el brujo Nostradamus, aquí Goethe pretende mostrar que ese mundo terrible existe y que muy pocos tienen acceso a él.
Por eso Fausto se siente ya muy cerca de la divinidad, y él mismo, que presiente su fuerza, dice que es LA VIVA IMAGEN DE LA DIVINIDAD. La idea de que el hombre es igual a Dios atraviesa al personaje de Fausto, que no se conforma con ser un hombre.
En ese momento, la obra presenta un ANTICLIMAX, con humor, por cierto. El ayudante Wagner, golpea y entra en la alcoba de Fausto, pues lo ha escuchado gritar.
La presentación del personaje es burlona, aparece en gorro de dormir, en bata y con una vela en la mano. Su propuesta es ridícula: ha creído que su amo estaba declamando una tragedia griega y quiere que le enseñe los trucos de la oratoria así luego le da clases a curas y gana un poco de dinero.
WAGNER REPRESENTA EL ASPECTO MEDIOCRE DEL MUNDO, POBRE Y MISERABLE, DEL CUAL FAUSTO DESEA ESCAPAR.
FAUSTO ES TERRENO PROPICIO PARA QUE EL DIABLO INTENTE LLEVARSE SU ALMA. ES UN HOMBRE QUE NO ACEPTA LOS LÍMITES IMPUESTOS POR DIOS. NO ACEPTA LA DEBILIDAD, LA POBREZA.
POR LO TANTO, PRONTO LLEGARÁ EL MOMENTO EN QUE MEFISTÓFELES SE LANCE EN SU ASEDIO.


Síntesis de los sucesos anteriores al pacto

Luego que penetra de golpe Wagner en la habitación, el Espíritu de la Tierra se desvanece. Entonces se produce un diálogo entre Fausto y Wagner, su asistente. Se produce  una presentación indirecta del personaje protagónico, pues Wagner, en su mediocridad, siente devoción por él y le dirige alabanzas.
Pero, al retirarse Wagner, Fausto queda nuevamente sumido en sus propios pensamientos. Se produce el segundo monólogo de Fausto, aunque hay quien ve en este la continuación del primero.
El personaje se ve inundado otra vez por el peso del fracaso, y  nos informa que en su gabinete (al que describe largamente en sus palabras), está escondido un frasquito que contiene un licor para procurarse su muerte. Es veneno, veneno que él mismo ha producido.
Está a punto de beberlo cuando un coro de ángeles suena, y recuerda al personaje que es la Pascua, y se festeja en el mundo de afuera la resurrección de Jesucristo.
Entonces Fausto se decide a salir al mundo a ver la festividad cristiana, Wagner lo acompaña. Se cruzan entonces con turbas de seres humanos que parecen contradecir los preceptos de la religión. Los jóvenes aprovechan la fiesta y la multitud para ir detrás de las mujeres. Una joven de la clase media desprecia a las criadas. Se ve una Humanidad llena de defectos, aunque se escuchan los coros angélicos que parecen observarlo todo y controlarlo.
Y en la multitud, la gente lo reconoce porque él es un famoso médico que junto a su padre intentó curar la peste cuando esta se propagó por la ciudad. Fausto cree que sus medicinas mataron personas en vez de curarlas.
Pero Fausto se deja llevar por el gentío y confiesa a Wagner una famosa frase: "Dos almas habitan en mi pecho, tendiendo una de ellas a separarse incesantemente de la otra". Se refiere a un alma que persigue los placeres carnales y otra que tiende al encuentro con Dios.
Fausto regresa a su gabinete  seguido por un perro de aguas, que realiza extraños círculos alrededor.
Se produce entonces la primera de las escenas denominadas "En el gabinete de estudio".
Fausto entonces se dispone a traducir el Nuevo Testamento a la "bella lengua alemana", pero en cuanto comienza a pronunciar las palabras sagradas, el perro se agita. El perro resulta francamente extraño,  adopta sucesivas metamorfosis, hasta que finalmente se convierte en estudiante.
Mientras tanto, Fausto dialoga con este lábil personaje y comprende que se trata del diablo. El diablo se define a sí mismo como un ser que siempre persigue el mal y siempre termina haciendo el bien. En realidad en esta definición se intuye la fe cristiana del propio Goethe, que plantea que en definitiva el diablo es un instrumento de Dios para que los seres humanos sean dueños de su destino y su libertad.
El diablo desea irse del gabinete pero ya ha comenzado el proceso de tentación de Fausto. Este se sume en un profundo sueño y el demonio consigue escapar pese a un símbolo que había en la puerta y que se lo impedía.
Cuando Fausto despierta cree que su encuentro con Mefistófeles solo ha sido un sueño, pero da la impresión que el encuentro con el diablo lo ha dejado fascinado por este personaje.


El pacto entre Fausto y Mefistófeles


La escena inolvidable donde Fausto acepta entregar su alma al diablo comienza con la segunda incursión de Mefistófeles en el gabinete de estudio del viejo doctor.  Por una acotación el dramaturgo indica que el personaje de Mefistófeles aparece vestido de hidalgo, es decir, de un noble de buena posición económica. Pero, sin embargo, viene vestido de rojo. Aquí hay una antítesis clara: no puede esperarse nobleza en el diablo, y Goethe lo imagina con algún detalle de la ICONOGRAFÍA TRADICIONAL CON QUE SE REPRESENTA AL DEMONIO Y SU ASOCIACIÓN CON EL COLOR ROJO.
A DIFERENCIA DE OTRAS REPRESENTACIONES ESTEREOTIPADAS DEL DIABLO, GOETHE OPTA POR HUMANIZAR A MEFISTÓFELES, QUIEN ENTONCES RESULTA MUCHO MÁS VEROSÍMIL COMO PERSONAJE.
FAUSTO Y MEFISTÓFELES SON EN ESTA OBRA DRAMÁTICA PROTAGONISTA Y ANTAGONISTA RESPECTIVAMENTE, PERO AQUÍ EL DIABLO SE PRESENTA COMO UN AYUDANTE DE FAUSTO.


Estudio de personajes

a) Fausto

Estamos ante a una obra de teatro. El género dramático no solo se caracteriza por la acción, sino también por el conflicto.
El conflicto de Fausto ya ha sido definido por él anteriormente; "DOS ALMAS HABITAN EN MI PECHO". Una que tiende a la pasión del cuerpo , y otra que lo acerca a Dios.
Pero la primera vez que vimos al personaje, en su gabinete de estudio, no se divisaban ambas almas.
Solo veíamos un anciano que meditaba sobre el fracaso del conocimiento.
Sin embargo, en esta escena (Gabinete de Estudio II), Fausto parece CONFESARSE frente a Mefistófeles y advertimos una serie de aspectos de su psicología que no lograba haberse confiado ni a sí mismo en sus largos monólogos.
Empieza, en su diálogo con Mefistófeles, explicando que es viejo pero no como para haber perdido el DESEO. Y así se abre una faceta insólita en este viejo profesor, en este científico frustrado: está lleno de ganas de vivir.
Ha desistido de los placeres porque los ha postergado por su ansia de conocimientos y sus horas abocadas al estudio. Pero ahora, que los libros lo han decepcionado, se percata de cuánta necesidad hay en él de sentir PLACER.
No han sido solo los libros quienes se lo han arrebatado. Ha sido EL MUNDO. La sociedad, la cultura, la religión, parecen haberle ordenado "DEBES PRIVARTE". Toda la vida se ha reprimido y no solo para abocarse a los estudios. Ha tenido miedo de dejarse llevar por las pasiones.
"Lleno de angustia me despierto cada mañana", confiesa. A continuación, también explica que al dormirse lo atormentan espantosos sueños. POR DENTRO SE SIENTE UN TITAN, COMO SI HUBIERA UN DIOS ADENTRO DE SU PECHO, pero su cuerpo no ha logrado alcanzar la altura del disfrute, sino que se ha consumido. 
Fausto es un desesperado que ha visto pasar la vida sin acceder a la FELICIDAD. Envidia a aquellos que han muerto en una batalla heroica o en los brazos de una muchacha, en una cama.
Su vida de represión no le ha permitido dar rienda suelta A LAS PASIONES.
Ante Mefistófeles, lanza una SERIE DE MALDICIONES, cada una más grave que la otra. En su LARGA IMPRECACIÓN HACE UN RESUMEN DE LOS PRINCIPALES HITOS DE LA VIDA HUMANA,  aspectos normales,como tener un oficio, un trabajo y una familia, pero también maldice la riqueza y hasta el vino,  pero sobre todo, culmina maldiciendo la fe y la paciencia.
FAUSTO AQUÍ PARECE CONVERTIRSE EN UN HEREJE, UN RENEGADO QUE DESTRUYE LA CREACIÓN, EL UNIVERSO CONCEBIDO POR DIOS PARA QUE EL SER HUMANO HABITE EN ÉL.
Cuando Fausto desiste de todos los valores de la civilización es el momento oportuno para que Mefistófeles se lance a conquistar su alma. Fausto comienza a pactar con el diablo, quien le ofrece ser su criado con la condición de que ALLÁ sea completamente su esclavo.
Fausto contesta que no le importa el "allá", es decir, la vida ultraterrena, la vida después de la muerte, la eternidad del alma que propone el cristianismo. Está muy cerca de renegar de Dios. Es esencial en el cristianismo la convicción de que la vida ultraterrena es el premio o el castigo del camino que en la Tierra se haya transitado.
En una clara INTERTEXTUALIDAD CON EL GÉNESIS BÍBLICO, le propone a Mefistófeles ser su socio a cambio de obtener "EL FRUTO QUE NO SE PUDRE " y "árboles que todos los días reverdezcan". Eso significa que está anhelando, como Adán y Eva, probar el fruto que lo lleve al placer y a sentirse Dios. Pero también desea ser eternamente joven, como pensaban Adán y Eva que lo serían en el Paraíso, de no haber aparecido el demonio con forma de serpiente a tentarlos con el fruto prohibido.
Entonces acepta el pacto y choca las manos con Mefistófeles. Su condición es que el demonio le permita experimentar un instante en el que él pueda exclamar  al tiempo; ""!DETENTE, ERES TAN BELLO!




b) Mefistófeles


En esta escena puede hallarse un recurso frecuente en el teatro, que es el contraste de caracteres.
Mientras que Fausto se ha presentado como un desesperado, Mefistófeles aparece como un ser muy seguro de sí mismo.
Sus primeras palabras al llamar a la puerta son: "Soy yo", como si fuera un viejo amigo de Fausto. En realidad, el demonio ha estado siempre rondando las vidas humanas, y Fausto no es una excepción.
Inmediatamente se lo ve poniendo condiciones. Le exige a Fausto que le diga "Adelante" tres veces, como si fuera un número mágico, o tal vez, un conjuro pero al revés.
Lo primero que le propone a Fausto una vez adentro es vestirse como él para lanzarse a disfrutar el mundo. Ha venido vestido de hidalgo, con gran suntuosidad, pero de color rojo. Pretende que Fausto se mimetice con él. Parece contradictorio, ya que Fausto es un viejo. Pero Mefistófeles ya está deslizando lo que será la gran sorpresa del resultado del pacto: rejuvenecerá a Fausto.
En todo momento Mefistófeles le habla de un mundo de afuera que está esperando para que el viejo sabio disfrute los placeres de la vida.
MEFISTÓFELES HABLA POCO Y DE FORMA CONCISA, a diferencia del verborrágico Fausto.
Se caracteriza por su gran frialdad al hablar de temas que perturban al ser humano, como por ejemplo, la muerte.
Cuando Fausto exclama que  "la existencia es una pesada carga y deseo la muerte", Mefistófeles lo contradice con una breve metáfora y también personificación:  "jamás la muerte es el  huésped bienvenido". Parece conocer muy bien el alma humana. Sabe que la pulsión de vida es mucho más importante en el ser humano que la pulsión de muerte. Y hace referencia a cierto licorcillo que Fausto no se ha animado a probar.
En efecto, los espectadores ya saben por una escena anterior, que Fausto tiene preparado un veneno con el cual quiere suicidarse como forma de terminar con su fracaso y su sufrimiento.
¿Cómo lo sabe Mefistófeles? Fausto deduce que lo ha estado espiando, lo cual es verosímil con el espíritu maligno del personaje que tiene enfrente. Pero Mefistófeles le contesta : "No soy omnisciente, pero sé muchas cosas". El diablo que desde sus orígenes ha querido igualarse a Dios, sabe más que los seres humanos, pero no puede ser omnisciente como el Creador. Se sabe siempre en un nivel inferior a Dios, aunque usa sus poderes (relativos) para seducir a Fausto.
Entonces arremete otra vez. Le propone a Fausto "huir hacia el anchuroso mundo" y cesar de 'jugar con esta podredumbre" que cual buitre le devora las entrañas. Aquí Goethe realiza una referencia al mito griego de Prometeo, que quiso robar el fuego a los dioses, es decir,igualarse a ellos, y fue condenado a estar encadenado a una roca mientras un buitre le devoraba las entrañas.
El diablo insinúa que Fausto ha querido ser Dios a través del conocimiento, pero  que sin embargo, debe convertirse en un SER HUMANO COMÚN A MERCED DE TENTACIONES Y EN BUSCA DE PLACERES.
Le propone ser su COMPAÑERO, INCLUSO SU SIERVO, SU CRIADO.
Algo suena extraño en esta propuesta y Fausto se percata: nunca da el diablo sus servicios sin pedir algo a cambio.
Entonces comienzan los términos del pacto. Mefistófeles le propone ser su compañero ACÁ,  pero el alma de Fausto debe pertenecerle ALLÁ. 
Hay algo que oculta Mefistófeles,que no puede pasar desapercibido para ningún cristiano. Los cristianos creen que haciendo el bien en este mundo se determina la vida de ultratumba. El alma irá junto a Dios y los ángeles si se ha tenido una vida recta .
No es posible dividir el acá y el allá como está pretendiendo Mefistófeles. Así ya lo vemos como un ser manipulador, que dice su verdad oculta en adornos.
Cuando suscriben el pacto, Mefistófeles se ofrece a mostrarle lo que a ningún hombre le es permitido, tanto Fausto como los espectadores suponemos que se está refiriendo al placer, pero lo que el resto de la obra nos demostrará es que el placer a costa de la moral (como propone Mefistófeles) conduce inexorablemente al dolor.
El diablo entonces es engañoso, y en su seducción oculta información.
Simbólicamente, Mefistófeles le exige a Fausto firmar el contrato, pero no con tinta, sino con sangre.
Él parece restarle importancia al asunto, pero el uso de la sangre demuestra el horror en el que se introducirá Fausto de ahora en más.

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