La obra teatral Fuenteovejuna fue escrita por su autor entre 1611 y 1614. Sin embargo, la historia en la que se basó para escribir su texto ocurrió a fines de la Edad Media.
Efectivamente, hay crónicas que registran que alrededor de 1475 un pueblo de labradores se levantó en armas contra su Comendador.
También es histórico que los reyes católicos -Fernando e Isabel- debieron luchar contra nobles insurrectos. Por un lado, la nobleza feudal se resistía a perder poder frente a la creciente unificación y centralización del Estado. Por otro, los reyes católicos debieron enfrentar una guerra civil por la sucesión del trono.
Había nobles que no querían a Isabel, la hermana del fallecido rey Enrique IV, como reina. Preferían que la sucesión hubiera sido para la hija del rey, Juana. Los partidarios de Isabel decían que Juana no era hija biológica del rey, sino que su madre la había concebido en una relación adúltera con Beltrán.
En Fuenteovejuna, los nobles que vemos al principio de la obra -el Comendador Fernán Gómez de Guzmán y el joven Maestre de la Orden de Calatrava Rodrigo Téllez- son partidarios de Juana la Beltraneja y se rebelan contra los reyes católicos tomando para su bando a Ciudad Real..
ESTO CONSTITUYE UNA DE LAS DOS ACCIONES QUE SE DESARROLLAN EN LA OBRA FUENTEOVEJUNA.
LA OTRA ACCIÓN, preponderante, es la que se desarrolla en el propio pueblo de
Fuenteovejuna, pues el Comendador Fernán Gómez ha decidido fijar su residencia allí. Instalado en el pueblo, a pesar del buen recibimiento de sus habitantes, pronto no respetará a las mujeres ni el honor de los campesiinos. En la escena III del Acto I Laurencia y Pascuala discuten sobre las andanzas del Comendador, que ya ha seducido a varias mujeres y que al parecer quiere comprar el cuerpo de Laurencia con regalos: jubones -vestidos-y sartas -collares.
ACTIVIDAD:
Mira la película realizada en 1972 por la televisión española. Los actores dicen el texto escrito por Lope de Vega y la obra está respetada en esta adaptación cinematográfica.
La encontrarás en este sitio en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=-IcuFn57nAo
¿En qué diversos espacios se desarrolla la obra?
El personaje de Laurencia
Laurencia se presenta en la escena III del Acto I. Cuando la escena comienza el conflicto con el Comendador ya se ha desatado. Aunque en un inicio no se lo menciona, es evidente que el personaje, una joven labradora, está muy enojada con "alguien", que no desea ver nunca más. Alguien que la asedia y merodea. Con el correr del diálogo, los espectadores nos enteramos de que el Comendador persigue a Laurencia, la joven más bella del pueblo.
Su amiga Pascuala acaba de contarle "algo" que, suponía, iba a molestar a Laurencia. Por el contrario, el hecho de enterarse esta de que Fernán Gómez de Guzmán ha dejado mozas del pueblo con el corazón "derretido como una manteca", la enfurece más contra él.
Laurencia manifiesta una fuerte personalidad y se define a sí misma como una dura encina -árbol de madera con la que se construyen los palos de las lanzas-. Por su nombre, "Laurencia", también se la asocia al mundo vegetal, al laurel, árbol que da hermosas flores, pero sobre todo, árbol cuyas hojas se usan para las coronas de la victoria.
Lope de Vega construye un diálogo vivaz entre las dos amigas, que tienen un lenguaje cargado de expresiones populares. Pascuala cree que Laurencia, asediada por el Comendador, tarde o temprano cederá. Usa la expresión " que nadie diga: de esta agua no beberé".
Pero Laurencia argumenta sólidamente que no cederá jamás. ¿Por qué habría de enamorarse del Comendador? No existe la menor posibilidad de casarse con él, ya que la diferencia social en la Edad Media impedía todo matrimonio entre nobles y villanos(campesinos).
Ella cree en el amor, en el matrimonio, y cree que las relaciones ilícitas que establece Fernán Gómez son una infamia que condena. Sabe que muchas mozas del lugar han sido "descalabradas" por él: las ha deshonrado, les ha quitado su virginidad y abandonado.
Pascuala no estaba al tanto de que Laurencia ha sido desde hace un mes asediada por el Comendador, que usa de celestinos a sus criados Flores y Ortuño. La han seguido hasta el arroyo, donde las mujeres van a lavar la ropa. El arroyo es un lugar que se cita en la obra como espacio de desprotección, donde las mujeres están solas, sin los hombres de su familia que las puedan cuidar. El Comendador, un hombre lujurioso y tiránico, no puede contener sus deseos lo mismo que las caudalosas aguas.
La escena III continúa con un parlamento -un personaje habla largamente y el otro lo escucha- que muestra cuán satisfecha está Laurencia con su vida de trabajadora rural, para la que no necesita ningún rico Comendador.
Describe cómo es su jornada desde la mañana a la noche, sus tareas, sus comidas -amasa el pan, el zalacatón que come con pernil (jamón crudo)- pastorea una alegre vaca, ve crecer los repollos, de noche come salpicón y al irse a dormir reza. Es una vida simple y llena de actividad, Laurencia es parte de la Naturaleza y el trabajo humano dignifica y ennoblece a los seres humanos, aunque sean campesinos y no aristócratas.
En la escena VII se ve otra vez a Laurencia y Pascuala, pero huyendo del Comendador. Este las enfrenta y les ordena entrar en su casa. Ellas se niegan, solo lo harían acompañadas de sus padres. Él les dice : "¿Mías no sois?" Cree que su estatuto de señor, de noble, le permite poseer a los trabajadores de los territorios que él administra militarmente.
Pero su actitud tiránica es enfrentada por las dos muchachas, que le dejan bien claro que no desean ser poseídas por ese hombre autoritario y cruel. Al parecer, el Comendador está obsesionado con Laurencia, que lo ha desdeñado, y a él le parece una "hermosa fiera".
El Comendador ordena a sus criados que las rapten y las hagan entrar por la fuerza a la casa. Pero ellas se resisten y los dos despreciables personajes se dan por vencidos.
Hay un juego de palabras entre Laurencia y Ortuño que señala el papel de gracioso que tiene este último: Laurencia recuerda que el pueblo le acaba de realizar una gran cantidad de deliciosos regalos al Comendador, -lechones, jamones, etc.- . Al parecer al Comendador no le bastó tanta carne presentada. Y Ortuño dice claramente que lo que anhela el lascivo Comendador es la carne de Laurencia.
Fuenteovejuna:
LAURENCIA DEFIENDE LA DIGNIDAD DE LOS CAMPESINOS
El comendador y frondoso frente a frente
Al final del Acto I el conflicto de Fuenteovejuna ya está planteado claramente.
Desde la escena X hasta la última, la escena XIII, asistimos al enfrentamiento entre un pueblo digno y trabajador y un tirano que abusa de su poder y sus privilegios de clase social.
El pueblo aquí está representado por los personajes más fuertes, bellos y jóvenes, Laurencia, hija del alcalde, y Frondoso, un zagal –pastor, campesino- también hijo de un importante hombre de Fuenteovejuna. Ella está lavando ropa en el arroyo pero “a medio torcer los paños” decide hablar sinceramente a Frondoso, pues en el pueblo todos murmuran “que me miras y te miro” “y que para ya uno somos”. Laurencia explicita que ese juego de miradas y de seducción no puede llegar lejos, ella es una muchacha independiente y honesta y estar en boca de todos le produce enojo”.
Entonces Frondoso le declara su amor total, le confiesa que por ella no come ni duerme: el “angélico rostro“ de Laurencia se le aparece en la imaginación. Está muy enamorado y en su cultura y sus valores un amor así solo puede culminar en casamiento. Por eso aprovecha la oportunidad para pedirle la mano. En su pedido se evocan los palomos arrullándose y juntando los picos. Los pájaros, una vez más, son símbolos positivos de amor y fidelidad. Y significativamente Frondoso habla de su unión en la Iglesia. Según Lope, y según la ideología cristiana de la época, el amor era algo sagrado que debía bendecirse en la institución correspondiente.
Ya sabíamos que Laurencia pensaba también así porque rechazaba de plano al Comendador debido a que jamás se casaría con ella, una labradora.
Pero la fuerte Laurencia comienza a darse cuenta de que también empieza a sentir amor, como todos los seres vivos en la Naturaleza, y se percata que “ya tengo algunos asomos” de amor hacia Frondoso.
Ese momento mágico se ve interrumpido violentamente por la irrupción del Comendador, que está de caza.
Laurencia pide a Frondoso que se esconda entre los arbustos. Él “con celos”, la obedece, y así en la escena XI el Comendador se enfrenta a Laurencia, a quien trata de “gama”, de cierva, como si fuera un animal de presa y él un cazador.
El Comendador le recrimina los desdenes de Laurencia tildándola de “monstro”. En ese momento el guerrero decide tirar el arma de caza (la ballesta, una especie de flecha) y luchar cuerpo a cuerpo con la chica, intentando tomarla por la fuerza. Al ver al Comendador convertido en un violador, Laurencia lo rechaza y menciona la cruz de Calatrava que el aristócrata lleva en su pecho: esa cruz debería obligarlo a comportarse noblemente y a respetar el orden social, pero este hombre, lleno de lujuria, se ha transformado en un “demonio”. (Véase la antítesis ángel/demonio que desprende esta escena.)
Los roles sociales invertidos
En la siguiente, la escena XII, sale Frondoso de la espesura y toma la ballesta del comendador. Este, que aún no lo ha visto, le está exigiendo a Laurencia que “no se defienda”.
Pero pronto el Comendador queda desvalido frente a la presencia imponente de Frondoso, que trastocando las reglas sociales, hace valer por encima las morales. Y así lo dice Frondoso, que le ordena al guerrero dejar la moza inmediatamente, porque si no clavará la ballesta en la simbólica cruz de Calatrava que el violador lleva en su pecho.
"¡Perro villano!”, le grita el Comendador, tratando de rebajarlo y reubicarlo en su humilde condición social de labrador, quien jamás en teoría podría enfrentarse a un gran señor. Pero Frondoso usa otras reglas, por ejemplo, la ley de la justicia y el amor y grita “¡Huye, Laurencia!”
Los dos hombres y rivales quedan frente a frente: se invirtió el modelo social, pues aquí un plebeyo tiene el poder y el vulnerable es el rico militar.
Esto irrita al Comendador que primero ordena al subalterno tirar la ballesta, indignado. Pero Frondoso sabe que si lo hace, el Comendador lo matará. Y se niega. Predomina la ley de la vida y rechaza obedecer al poderoso.
El Comendador, ciego de furia, lo incita a romper las reglas de caballería y pelear de hombre a hombre, lo cual implica una gran transgresión para la Edad Media, pues los nobles solo podían luchar con sus iguales sociales.
Frondoso, de ningún modo quiere matar ni luchar, sino que quiere vivir para amar.
La escena XIII termina con Frondoso llevándose la ballesta del Comendador y abandonando a este, impotente y furioso, solo en el bosque.
El Comendador exclama “mas yo tomaré venganza/del agravio y del estorbo”.
Así termina el Acto I y los espectadores suponemos que el Comendador será cada vez más cruel . El comendador se convierte en el gran antagonista de la obra: se opondrá a Laurencia, a Frondoso y al pueblo, Fuenteovejuna, entero.
LAURENCIA DEFIENDE LA DIGNIDAD DE LOS CAMPESINOS
Desde la escena X hasta la última, la escena XIII, asistimos al enfrentamiento entre un pueblo digno y trabajador y un tirano que abusa de su poder y sus privilegios de clase social.
El pueblo aquí está representado por los personajes más fuertes, bellos y jóvenes, Laurencia, hija del alcalde, y Frondoso, un zagal –pastor, campesino- también hijo de un importante hombre de Fuenteovejuna. Ella está lavando ropa en el arroyo pero “a medio torcer los paños” decide hablar sinceramente a Frondoso, pues en el pueblo todos murmuran “que me miras y te miro” “y que para ya uno somos”. Laurencia explicita que ese juego de miradas y de seducción no puede llegar lejos, ella es una muchacha independiente y honesta y estar en boca de todos le produce enojo”.
Entonces Frondoso le declara su amor total, le confiesa que por ella no come ni duerme: el “angélico rostro“ de Laurencia se le aparece en la imaginación. Está muy enamorado y en su cultura y sus valores un amor así solo puede culminar en casamiento. Por eso aprovecha la oportunidad para pedirle la mano. En su pedido se evocan los palomos arrullándose y juntando los picos. Los pájaros, una vez más, son símbolos positivos de amor y fidelidad. Y significativamente Frondoso habla de su unión en la Iglesia. Según Lope, y según la ideología cristiana de la época, el amor era algo sagrado que debía bendecirse en la institución correspondiente.
Ya sabíamos que Laurencia pensaba también así porque rechazaba de plano al Comendador debido a que jamás se casaría con ella, una labradora.
Pero la fuerte Laurencia comienza a darse cuenta de que también empieza a sentir amor, como todos los seres vivos en la Naturaleza, y se percata que “ya tengo algunos asomos” de amor hacia Frondoso.
Ese momento mágico se ve interrumpido violentamente por la irrupción del Comendador, que está de caza.
Laurencia pide a Frondoso que se esconda entre los arbustos. Él “con celos”, la obedece, y así en la escena XI el Comendador se enfrenta a Laurencia, a quien trata de “gama”, de cierva, como si fuera un animal de presa y él un cazador.
El Comendador le recrimina los desdenes de Laurencia tildándola de “monstro”. En ese momento el guerrero decide tirar el arma de caza (la ballesta, una especie de flecha) y luchar cuerpo a cuerpo con la chica, intentando tomarla por la fuerza. Al ver al Comendador convertido en un violador, Laurencia lo rechaza y menciona la cruz de Calatrava que el aristócrata lleva en su pecho: esa cruz debería obligarlo a comportarse noblemente y a respetar el orden social, pero este hombre, lleno de lujuria, se ha transformado en un “demonio”. (Véase la antítesis ángel/demonio que desprende esta escena.)
Los roles sociales invertidos
En la siguiente, la escena XII, sale Frondoso de la espesura y toma la ballesta del comendador. Este, que aún no lo ha visto, le está exigiendo a Laurencia que “no se defienda”.
Pero pronto el Comendador queda desvalido frente a la presencia imponente de Frondoso, que trastocando las reglas sociales, hace valer por encima las morales. Y así lo dice Frondoso, que le ordena al guerrero dejar la moza inmediatamente, porque si no clavará la ballesta en la simbólica cruz de Calatrava que el violador lleva en su pecho.
"¡Perro villano!”, le grita el Comendador, tratando de rebajarlo y reubicarlo en su humilde condición social de labrador, quien jamás en teoría podría enfrentarse a un gran señor. Pero Frondoso usa otras reglas, por ejemplo, la ley de la justicia y el amor y grita “¡Huye, Laurencia!”
Los dos hombres y rivales quedan frente a frente: se invirtió el modelo social, pues aquí un plebeyo tiene el poder y el vulnerable es el rico militar.
Esto irrita al Comendador que primero ordena al subalterno tirar la ballesta, indignado. Pero Frondoso sabe que si lo hace, el Comendador lo matará. Y se niega. Predomina la ley de la vida y rechaza obedecer al poderoso.
El Comendador, ciego de furia, lo incita a romper las reglas de caballería y pelear de hombre a hombre, lo cual implica una gran transgresión para la Edad Media, pues los nobles solo podían luchar con sus iguales sociales.
Frondoso, de ningún modo quiere matar ni luchar, sino que quiere vivir para amar.
La escena XIII termina con Frondoso llevándose la ballesta del Comendador y abandonando a este, impotente y furioso, solo en el bosque.
El Comendador exclama “mas yo tomaré venganza/del agravio y del estorbo”.
Así termina el Acto I y los espectadores suponemos que el Comendador será cada vez más cruel . El comendador se convierte en el gran antagonista de la obra: se opondrá a Laurencia, a Frondoso y al pueblo, Fuenteovejuna, entero.
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