Título
El título ya introduce en
una situación de misterio. Los parques habitualmente son una unidad en sí
mismos, nadie espera que un parque se continúe en otro.
Pero Cortázar es un
escritor de literatura fantástica y en este breve cuento de apenas dos párrafos
pretende cuestionar toda realidad estable, toda identidad definida, como por
ejemplo, un parque, un libro… o un ser humano.
Luego que se termina de
leer la historia puede entenderse al título como emblemático, pues resume lo
que sucede en la trama, pero también es un título simbólico, porque apunta a la
abstracta idea de la convivencia entre lo real y lo fantástico.
Narrador
El narrador es una voz
que cuenta la historia, en este caso es claramente un narrador en tercera
persona, externo y omnisciente. Lo sabe todo, porque da multitud de pistas
sobre lo que va a suceder, aunque como el cuento tiene una buena dosis de
suspense por supuesto que estas pistas no se dejan ver tan fácilmente.
El vocabulario que usa el
narrador es denso y culto y cada palabra superpone significados. Es adecuado al
mundo que va a retratar: argentinos de clase alta, adinerados, ociosos e
inmorales, que sin embargo se caracterizan por una exquisita cultura y muy buen
gusto. Eso se ve, por ejemplo, en la casa que tiene el personaje y el cuidado
con que se mantiene el parque y el jardín.
Argumento
Se trata de un día en la
vida de un hombre rico, poderoso, que tiene aparentemente una única pasión:
leer. Una novela lo atrapa especialmente, y en cuanto tiene tiempo y silencio,
en su sillón de terciopelo verde, se mete literalmente dentro de ella. La
novela se le hace muy vívida: ve lo que sucede en ella, que es una historia de
amor prohibido, donde una esposa y un amante que se vienen encontrando
secretamente para desatar su pasión en una cabaña escondida, parecen haber
decidido por fin matar al “otro”. Efectivamente, se supone que casi al llegar
al final de la novela, el futuro asesino se acerca a la finca del evidente marido.
El plan parece salir a la perfección, finalmente, el amante con el puñal en la
mano se aproxima a la cabeza de un hombre en un sillón de terciopelo verde
leyendo una novela.
Final
El final es abierto
porque el narrador no explicita el asesinato y deja en los lectores la duda de
si esa novela que contiene la historia de la vida de quien la está leyendo, que
le informa cómo su mujer le es infiel y cómo el amante busca asesinarlo, no es
en definitiva un aviso que lo salva. Puede suponerse que el hombre se da vuelta
y lucha con el asesino, o puede suponerse que prefiere seguir leyendo la
deleitosa novela y permitir que lo maten.
Espacio
El espacio se desarrolla
en dos polos opuestos. Uno es el parque de robles con su finca contigua, una
casa de dos plantas muy bien descrita por “las palabras de la mujer”, una casa
con numerosas habitaciones, una sala azul, donde pueden suponerse sillones,
alfombras y cortinas a tono; una galería –donde tal vez estén los retratos de
sus antepasados-, una escalera alfombrada, lo que muestra lo maniático que es
el dueño de todo eso que prefiere no escuchar crujidos y encerrarse en su
estudio a leer, de espaldas a la puerta.
El otro polo es la cabaña
del monte. En lenguaje rioplatense, se llama monte a un bosque nativo,
indígena, tupido y espinoso. Por supuesto que nada tiene que ver con ese parque
diseñado por la mano humana donde se han plantado hace mucho tiempo árboles
europeos que dan una excelente madera, los robles.
Pero el monte permite
esconder secretos. Allí, en lo intrincado de las ramas, hay una cabaña, una
casa precaria de madera donde no hay lujo pero hay pasión. Los amantes se
encuentran allí como una “ceremonia”.
Entre estos dos mundos
vegetales, hay senderos furtivos, hay setos, hay una alameda. Si algo tienen en
común estos dos espacios es que crecen los árboles, y que los seres humanos
habitan entre ellos.
Tiempo
En verdad la historia
transcurre en el correr de un día. Aunque el personaje ya había empezado a leer
la novela unos días antes (y se la llevó en su viaje de negocios para leerla en
el tren), es evidente que es ANTES es el antecedente de un ENTONCES, EN ESE
MOMENTO.
Esa tarde es decisiva.
Cuando el lector se instala en su sillón a leer los últimos capítulos, es de
tarde. A medida que va leyendo ansiosamente, el viento danza al atardecer fuera
de los ventanales de la casona. Luego, ya dentro de la novela que se está
leyendo, se sabe que los amantes se separan para ejecutar su plan al comienzo
del anochecer, y finalmente, cuando el asesino se acerca a la casa de la
víctima, ya lo envuelve todo la bruma violeta del crepúsculo: el sol se acaba
de poner.
La continuidad temporal
entre ambos mundos (el hombre de negocios-lector, que lee una novela) y el del
amante que desea matar al marido de la mujer que ama (el personaje de la
novela) es total.
Personajes
El lector
El que comienza por ser
protagonista de un cuento, termina siendo protagonista de una novela.
Es el hombre de negocios
solitario y rico que prefiere leer de espaldas a la puerta para que ni siquiera
esta lo molestara como “irritante posibilidad de intrusiones”. No parece un
hombre joven dada la cantidad de asuntos que maneja: tiene apoderado, discute
con el mayordomo, decide sobre aparcerías. Este detalle no es menor, el
narrador da a entender que es un terrateniente que arrienda tierras y pide un
buen dinero como alquiler.
La finca con su parque
indica lujo y un gusto refinado. Tener un estudio implica que en él lee y
escribe, encerrado. No parece tener hijos.
Pero a medida que
conocemos la novela que lee, se lo detecta muy interesado por el tema del
adulterio. Cuando el cuento termina, puede entenderse que él es el marido
engañado.
La mujer
Aparece en la mitad del
cuento, y se la presenta como “recelosa”, temerosa de los otros, seguramente de
las miradas indiscretas, de testigos. Luego, cuando llega el amante, no tiene
ningún reparo en besarle la sangre de la herida que éste se hizo con una rama
del monte.
Es una mujer apasionada y
sin límites, pero el narrador sugiere que aún está indecisa con respecto al
plan de asesinar al marido, de hecho, es el amante quien trae y empuña el
puñal.
Sin embargo, al final se
deja llevar por la pasión y el plan que parece ella misma haber proyectado, se
pone en marcha.
La única grafopeya que se
tiene en el cuento es la de su pelo suelto, corriendo. Da la impresión de ser
una mujer joven y vigorosa, hermosa y con un gran anhelo de libertad.
Cuando finalmente
comprendemos que ese personaje de la novela es también la esposa del
protagonista del cuento (el lector del sillón de terciopelo verde), se percibe
que es radicalmente opuesta a ese hombre retraído y experto en negocios. Quizás
se haya casado con él por dinero.
El amante
Es un hombre fuerte,
capaz de correr en el bosque, ágil, probablemente joven. Conoce muy bien el
bosque, el parque, pero no la casa por dentro. Está profundamente enamorado de
esa mujer, por la que es capaz de matar, y a quien queda mirando mientras se
aleja. Odia al marido de esa mujer… ¿tan solo es una cuestión de celos? O quizás
el hombre a quien desea matar se le hace odioso por más motivos.
Cuando el narrador dice
que “los perros no debían ladrar, y no ladraron” puede entenderse que los
perros conocen de sobra al asesino (quizás sea el jardinero, o un trabajador
rural que arrienda las tierras, un vecino). O tal vez los perros fueron
envenenados.
La ausencia del mayordomo
inquieta: ¿hay acaso una relación entre ambos?
Un mundo dentro de otro
Este es un relato
fantástico que apunta a la situación inverosímil de que un hombre esté leyendo
un libro que le refleja su propia vida, que se meta adentro de él, y que los
personajes a su vez se evadan del libro para introducirse en la vida del
lector.
El mundo de la “realidad”
presentada en el cuento se mixtura con el mundo de la “fantasía” presentada en
la novela que lee el personaje principal.
Como si fuera una muñeca
rusa que contiene adentro más muñecas más pequeñas.
El ingenio de Cortázar es
notable. Por muy difícil que sea su vocabulario, las señales que apuntan a la
continuidad del mundo real y el ficticio son evidentes: el sillón de terciopelo
verde, los ventanales, la cabeza de un hombre leyendo una novela.
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