¿Por qué Kafka es un pionero de la narrativa contemporánea?
Kafka pertenece al grupo de escritores que son considerados los iniciadores de una nueva novela, de una nueva manera de narrar, surgida a comienzos del siglo XX , que significó una ruptura con la narrativa del siglo XIX.
Las grandes novelas del siglo XIX ( Ana Karenina, de Tolstoi, Oliver Twist, de Dickens, Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, Madame Bovary, de Flaubert, Papá Goriot, de Balzac, Jane Eyre, de Charlotte Brontë, entre muchas otras) eran narraciones frondosas donde la historia era protagonizada por personajes de gran carácter pero que al mismo tiempo representaban un tipo social.Se trata de una literatura realista con una trama muy importante -una historia- con varias complicaciones y un desenlace rotundo. El narrador en la mayoría de los casos usaba la tercera persona y los paisajes y ambientes eran reconocibles para el lector. Los problemas sociales (de clase, de género) surgían como un escenario en donde se desarrollaban los avatares de los protagonistas.
Fue una novela popular que se vendió y reeditó, acompañada por un público lector ávido que en Occidente había logrado una alfabetización importante.
A comienzos del siglo XX puede hablarse de una crisis de la cultura occidental que encuentra su explosión en la Gran Guerra (1914-1918), a la que algunos ven como una primera etapa de un mismo conflicto bélico que aúna la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
En el siglo XX se desatan una serie de cambios en la vida humana que van a tener su correlato en el arte. Se produce una escalada tecnológica (agudizada por la guerra y sus inventos para hallar armas de guerra más mortíferas), la expansión y triunfo del capitalismo, con la concomitante resistencia obrera y luchas sindicales, el cambio de la vida cotidiana por el uso de las máquinas, la electricidad, el teléfono, el avión, la radio, etc., la amplificación de los medios de transporte, el abandono del campo y la emigración a las grandes ciudades -las que cambian su perfil y se convierten en urbes-, y la masificación de la vida cotidiana.
El resultado a nivel existencial es una sensación colectiva de anonimato, angustia, soledad y cosificación del cuerpo, fenómeno agudizado ante la enorme cantidad de muertos y mutilados que tuvo como consecuencia la Primera Guerra Mundial.
Varios escritores adoptan una postura muy individualista al hacer sus obras, pues da la impresión de que la realidad objetiva se desvanece o es algo demasiado caótico como para ser comprendido. Entonces la única certeza es la propia conciencia.
Pero la conciencia también es puesta en tela de juicio a partir de Freud y la división de la mente humana en el psicoanálisis entre yo, superyó y ello.
Los novelistas eliminan la omnisciencia del narrador. Joyce en su Ulises construye un registro de todo lo que pasa por la mente de un personaje durante un día mientras recorre las calles de Dublín. Virginia Woolf en Las Olas elige crear su novela desde una superposición de personajes de los que conocemos solo sus pensamientos. Marcel Proust se decide escribir una morosa autobiografía disfrazada de ficción en siete tomos llamada En busca del tiempo perdido. Henry James decide poner en tela de juicio la verdad del narrador con la historia contada por muertos y por lo tanto no verificable en Otra vuelta de tuerca.
Son escritores difíciles, que no anhelan el éxito ni el respaldo del público sino que su lector ideal es un intelectual capaz de desentrañar el desafío de esta nueva novela.Lo más importante de esta tendencia es la ruptura del ARGUMENTO, esto es, aquella importancia concedida en la narrativa a la estructura PRESENTACIÓN, COMPLICACIÓN y DESENLACE.
¿Y Kafka?
Sin embargo, cuando se lee La metamorfosis, de Kafka, se descubre que la breve novela o nouvelle está dividida en tres capítulos y que cada uno coincide con lo que tradicionalmente se entendía como planteo, conflicto y resolución.
Tampoco parece haber usado un narrador experimental Kafka en esta obra, pues la voz que cuenta la historia no es un personaje, y menos que podamos dudar de él.
Pero Kafka incorpora algo muy perturbador, que renovó la literatura del siglo XX, que es la internalización del absurdo, de lo fantástico con visos de normalidad.
En La metamorfosis, un hombre común y corriente amanece convertido en un insecto, pero no cualquier cucaracha, sino un insecto de tamaño importante, que piensa, siente, recuerda e intenta hablar con los demás.
Este hecho no es tratado como un evento sobrenatural (a la manera de Poe) sino que es presentado como lo más normal del mundo, desde la perspectiva del personaje convertido en insecto, Gregorio Samsa.
Kafka de este modo se está adelantando a las corrientes artísticas que luego serán llamadas vanguardias, en especial se lo ha asociado al expresionismo y al surrealismo.
Un detalle que lo aparta de la literatura de terror, por ejemplo, es que el supuesto "monstruo"es el ser más inofensivo de toda la galería de personajes. Es humilde, discreto y bien educado, y tiene una vida interior rica. Sobre todo, sufre y ama a su familia.
La originalidad de Kafka reside en mostrar la alienación del hombre contemporáneo, que esclavizado a un trabajo rutinario, a la burocracia, y a la obligación de ganar dinero, se deshumaniza, pierde su identidad, pero sin dejar de latir la conciencia castigada por debajo.
El narrador cuestiona el mundo contemporáneo pero sin deshacer el discurso, el lenguaje. La sensación de irrealidad, de estar viviendo en un mundo extraño con mucho del mundo de todos los días, la brinda la imaginación de Kafka. Nos convence de que lo más inverosímil es totalmente creíble.
Kafka: La metamorfosis
Originalidad del relato
Esta "nouvelle" fue leída en público por su autor y los testigos dicen que mientras lo hacía a veces se reía. O sea, Kafka mismo sentía que en su relato -que es una alegoría sobre la alienación y soledad del ser humano en el mundo moderno- había sin embargo humor, humor que se puede considerar "negro". Humor a partir del sufrimiento, de la miseria humana, de la fealdad.
Por otro lado, el gran triunfo de Kafka se debe a crear un personaje con todas las características físicas de un monstruo, sucio y nauseabundo, pero sensible y tierno: de todos los personajes que aparecen en la novela, Gregorio transformado en insecto es el único capaz de sentir amor, de dejarse llevar por una vida interior rica en recuerdos, reflexiones y elucubraciones sobre la justicia.
Lo anormal se instala en la normalidad
Como es característico en la literatura fantástica, el hecho inaudito aparece contado con total naturalidad. No hay ningún preámbulo y lo extraordinario aparece desde la primera línea: "Al
despertar Gregorio Samsa una mañana, después de un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto".
No lo duda el narrador, y tampoco el personaje. Aunque al principio el personaje trata de pensar que esa transformación forma parte de una pesadilla, su conciencia y sus sentidos alertas le convencen de que de ningún modo es un sueño, sino que es la más pura realidad.
El lector, una vez que incorpora este hecho insólito como algo inherente al relato, no se cuestiona si es imposible biológicamente que ello ocurra.
El narrador no explica por qué ha sucedido el desgraciado hecho, pero sí realiza largas descripciones detallando la nueva anatomía de Gregorio, que está instalado en su cama tal como se acostó cuando aún era un hombre.
El foco de la narración
Aunque el narrador es externo y se narra la historia en tercera persona, todo se cuenta desde la perspectiva de Gregorio. Así, nos enteramos de cómo es su voluminoso abdomen cruzado por anillos porque él eleva la cabeza para verse.
Cuando sale de su habitación a dar explicaciones nadie le entiende una palabra, pero nosotros los lectores sí le entendemos, porque el narrador ha recogido palabra a palabra, con extrema coherencia, lo que dice Gregorio.
Los otros personajes escuchan un extraño ruido saliendo de su boca, pero el narrador, instalado casi junto a la conciencia de Gregorio, demuestra que este sigue teniendo alma, lenguaje, pensamiento, psiquis, recuerdos. Por dentro sigue siendo un ser humano, por fuera es un insecto de un metro de longitud.
¿Qué es lo monstruoso? ¿El tamaño o el hecho de que adentro esté el espíritu de un hombre?
Estructura
El relato tiene tres capítulos bien diferenciados, y los tres culminan con una escena dramática en la que Gregorio atraviesa la puerta de su cuarto e intenta comunicarse con los otros. En las tres oportunidades la buena voluntad de Gregorio fracasa estrepitosamente. En el último capítulo hay además una prolongación de la narración a partir de la muerte de Gregorio donde se ve a la familia "liberada".
En la primera sección, Gregorio Samsa convertido en insecto debe aceptar y revelar a los otros la nueva realidad en la que está instalado y sus tremendas consecuencias: no puede ir a trabajar. No cumplirá con los horarios, con los clientes, no traerá más dinero a casa.
Cuando los otros lo ven, convertido en "eso", se aterrorizan, lloran, se desmayan, parece que el mundo se viniera abajo, pero todo termina en una pantomima, porque a Gregorio el padre lo empuja de nuevo a su habitación, el encargado se va, la sirvienta renuncia, y nadie llama a un médico para curar al hijo de lo que sucede.
En el segundo capítulo la insólita realidad ya está instalada, parece que la familia se fuera acostumbrando a ella. Por ejemplo, la familia sabe que en ese cuerpo de insecto está el hermano que tanto los protegió y ayudó, pero eso no significa que no sientan repugnancia por él.
La hermana testea los alimentos que puede ingerir en su nueva condición. Él rechaza la comida fresca y prefiere aquella pestilente.
Su habitación debe limpiarse, aunque ello genera asco en Grete, quien es la que asume tal responsabilidad.
La familia parece por su parte también vivir una metamorfosis, porque en lugar de vivir parasitariamente de Gregorio como hasta entonces, ahora se disponen a trabajar en mediocres oficios, los tres.
Poco a poco van olvidando que Gregorio se trata de un ser humano a pesar de su nueva condición, y un día deciden tanto la madre como la hermana vaciarle el cuarto. Esta escena sería el momento de máxima tensión del relato, el clímax en donde se produce por fin una rebelión del individuo Gregorio Samsa contra el grupo, la sociedad y la familia.
En el tercer capítulo la familia para incrementar los ingresos acepta tener tres extraños como inquilinos. Los huéspedes, que se mimetizan entre ellos, representan la despersonalización absoluta, a diferencia de Gregorio, único en el mundo, con cuerpo de alimaña y alma de ser humano.
Los huéspedes se quejan estrepitosamente de la aparición de Gregorio, quien lo único que desea es oír tocar el violín a su hermana.
El violento rechazo de Grete hacia Gregorio y la decisión de expulsarlo adelantan la muerte de este, quien derrotado, asume su diferencia y la imposibilidad de convivir con seres tan antitéticos. Él es un alma sensible y el resto una suerte de comediantes que siguen una farsa: la vida burguesa.
Los personajes
Monstruosidad y normalidad
La metamorfosis no es un cuento, sino una novela corta o nouvelle, por ello se permite -al tener una mayor extensión- una gama de personajes diversos. Desde el protagonista Gregorio, hasta los grandes antagonistas que son los integrantes de su familia, personajes secundarios como el encargado, personajes silueta como la cajera o los otros viajantes de comercio, la novela ofrece distintos panoramas de la humanidad en la sociedad contemporánea.
Pero hay algo que se advierte a simple vista: hay una oposición tajante entre el personaje de Gregorio y los demás. A él solo le ha ocurrido la metamorfosis, él es la única víctima de esa excepción biológica que se ha dado en su cuerpo, los demás siguen siendo seres humanos en apariencia "normales".
Él es el único que tiene cuerpo de insecto y alma de hombre, por lo tanto es el que sufre el conflicto en su propia piel. Además es el que está sumido en una más absoluta soledad, porque es el único que sabe que por dentro sigue siendo un ser humano.
Los demás solo lo miran por fuera, como un monstruo. La única que parece sentir cierta ternura por él es la vieja asistenta, pero la criada lo trata como a una mascota y no como a un ser digno, con espíritu, lo cual irrita de sobremanera a Gregorio.
A su vez es posible ver que mientras Gregorio siempre está detrás de la puerta, encerrado en su habitación, los otros personajes entran y salen de la casa, bajan la escalera, comparten la mesa y la sala. Son gregarios, y de hecho algunos siempre están en grupo, como la propia familia o los misteriosos huéspedes, que parecen autómatas.
En la terrible soledad de Gregorio dentro de su habitación a su vez es posible entender dos Gregorios, uno anterior, que hasta la mañana del primer párrafo parece haber sido un hombre completamente común, y un nuevo Gregorio, resultado de la metamorfosis, con cuerpo de monstruoso insecto ( por lo insólito y por su tamaño), pero también porque su conciencia late en él a través de RECUERDOS, REFLEXIONES Y EMOCIONES.
¿Quién era Gregorio Samsa?
El antiguo Gregorio es traído una y otra vez por el narrador quien, a través del estilo indirecto o en ocasiones permitiendo el estilo directo, nos hace escuchar la voz de la conciencia de Gregorio. A menudo, con los verbos en pasado, Gregorio piensa en su vida anterior, pero sin un asomo de nostalgia. Al contrario, parece haber sido desgraciado, un hombre gris, infeliz.
Toda su vida giraba en torno a su familia y a su trabajo, unidos unos y otro, porque Gregorio debe trabajar en ese empleo ruin de viajante de comercio, y dejarse explotar por el jefe, porque tiene que sustentar la familia, la cual al parecer está fundida y no tener recursos.
En la familia Samsa, una familia burguesa tipo, el patriarca, el padre, ya es considerado un anciano y si bien mantiene su poder ha delegado la función de mantener al resto a su hijo varón, el mayor.
Gregorio Samsa parecía ser un hombre extremadamente dócil y sumiso, dejaba que su familia se apoderara de su salario por completo, permitía que su jefe lo destratara, le pagara menos que a otros viajantes y lo colocara en los hoteles más deprimentes y baratos.
Su propia profesión le resultaba horrible: ser viajante de comercio, corredor, vendedor de telas en ek interior del país, implica una serie de constantes desafortunadas: los madrugones, los viajes en tren en el territorio checo helado en invierno, los hoteles baratos y húmedos, la falsedad en las veloces relaciones humanas que no le permite vínculos amistosos ni amorosos.
Sobre todo, parece que Gregorio Samsa hacía algo que no le gustaba, o que aborrecía: un trabajo rutinario supeditado a otros, extremadamente alienante.
Su verdadera vocación parecía tener visos bien distintos, y de ella se habla desde el principio. Ha hecho un trabajo de madera, un marquito para una lámina de una mujer bella, que colgó en la pared, orgulloso. Si bien parece insignificante, le ha proporcionado un gran bienestar y de hecho lo defiende con todo su cuerpo cuando en la segunda parte quieren vaciarle el cuarto.
El pesado baúl que luego quieren quitarle su hermana y su madre contiene sus herramientas de artesano. Así que Gregorio, en lugar de viajante que vende telas hechas de modo industrial, hubiese querido ser un laborioso artesano que quiere hacer cosas con sus propias manos, como en la época preindustrial.
En cambio estaba involucrado en la cadena del capitalismo que triunfó en el siglo XX. Era una mezcla de trabajador y burócrata. Trabajaba como una hormiga pero aún así el encargado y el jefe pensaban que es un zángano, y cuando el jefe lo llamaba a hablar con él a su despacho - a quejarse por su rendimiento-, este se encontraba sentado sobre el escritorio y parecía que la planta de su zapato fuese a pisar a Gregorio: como si fuera una cucaracha.
Estas son las imágenes que se asoman en el nuevo Gregorio, quien ahora sí tiene tiempo para evaluar lo mezquina y desgraciada que era antes su vida. Ahora tiene mayor libertad de conciencia. Y memoria.
El nuevo Gregorio: su aspecto
Lo primero que impacta tanto a Gregorio como al lector es su nuevo cuerpo. El inicio de La Metamorfosis incluye una descripción minuciosa que incluye detalladas grafopeyas.
¿Qué clase de insecto es? Lo cierto es que el narrador nunca lo explicita. En realidad tiene aspectos de diversos insectos. Por ejemplo, tiene innumerables patitas, lo cual lo acercarían a un ciempiés.
Pero también su enorme vientre combado y los anillos de su panza lo acercan a un escarabajo.
Cuando azarosamente termina de patas en el suelo, siente un inmenso alivio. Eso quiere decir que no
conoce del todo su nuevo cuerpo.
Luego empieza a conocerse, a descubrir sus habilidades como poder treparse a las paredes y al techo.
También sus gustos culinarios cambian, por ejemplo, ya no le gusta la leche, que es el primer alimento humano. en cambio, acepta los alimentos pestilentes.
Deja rastros de sí mismo por donde pasa, eso significa que destila sustancias que a los otros seres humanos les resultan repugnantes.
Pero lo más monstruoso es su tamaño. Desde el momento en que intenta abrir la llave de la puerta con la boca, parado, y lo logra, eso significa que su altura es de un metro, por lo menos. También ocupa casi toda la cama en su ancho, ya que la colcha no lo cubre por completo.
Cuando cubre el cuadro para protegerlo en el episodio en que su madre y hermana intentan sacarle los muebles, es evidente que el cuerpo que tiene es elíptico, redondeado, y que puede achatarse ya que se coloca debajo del sofá.
Pero no tiene alas. No puede volar.
¿Y el habla? ¿La ha perdido? Al principio creemos que habla correctamente, porque el narrador reproduce un largo parlamento en donde Gregorio explica que solo ha sufrido un ligero malestar y que se levantará en un momento para ir a trabajar. Pero cuando el narrador se enfoca en el auditorio que está detrás de la puerta (la familia y el encargado que ha venido a buscarlo), nadie ha entendido nada. Solo han escuchado una suerte de chiflido y es el encargado el que se anima a decir la verdad: "Era un ruido animal".
El nuevo Gregorio, por dentro
Las ventajas de ser un monstruo
Pero si Gregorio por fuera es un "monstruoso insecto", no lo es por dentro. Su alma permanece siendo humana, así como su raciocinio, su pensamiento, sus recuerdos y deseos.
Eso es lo que produce un verdadero desasosiego en el lector. Porque los otros personajes sienten asco y rechazo por ese cuerpo, pero desconocen que adentro hay un ser humano.
Gregorio acepta la transformación de su cuerpo, y esto que es absurdo, se establece narrativamente como lo más normal. Es la estrategia artística de Kafka para mostrar la alienación y la pérdida de la humanidad en el mundo contemporáneo.
Pero una vez que Gregorio se habitúa a su nuevo cuerpo, el lector descubre que esas largas horas de encierro le sirven para pensar. Un hombre que nunca había tenido ocio, que nunca había tenido tiempo para sí porque el trabajo lo obligaba a dejar de ser él mismo, ahora convertido en un bicho sí puede pensar. Es una gran paradoja.
Los pensamientos de Gregorio discurren entre la indignación por su trabajo -al que recuerda como desagradable, aburrido, rutinario- , y el amor por su familia. Estos sentimientos sin embargo van variando. El trabajo deja de ser una preocupación, ya que en su nueva condición no puede concurrir.
Lo que podía haber sido una catástrofe para la familia (ya que el salario de Gregorio era su sustento), termina por no ser tal, porque la familia se acomoda a las nuevas circunstancias.
Así es cómo Gregorio, que en su nuevo cuerpo no ha perdido el sentido del oído, escucha a la familia reunida que habla del problema monetario ahora que Gregorio no podrá salir a trabajar.
Esto, que en teoría tendría que afectarlos terriblemente, no parece ser tan malo. Y así es cómo Gregorio se percata de un secreto, se da cuenta de algo de lo que no estaba enterado.
La familia guarda dinero secretamente, en un cofre, que alcanza para vivir cómodamente un año o más. Entonces, la historia de la quiebra de la empresa familiar y el consecuente trabajar incesante del hermano mayor para mantener la familia son una estafa.
No era necesario que Gregorio se abocara totalmente a mantenerlos. Además, como se ve a lo largo del relato, la familia se acomoda a la nueva situación económica fácilmente ycuando falta el salario de Gregorio: todos comienzan a trabajar.
Ante esta traición, Gregorio parece no quejarse. No hay hacia su familia rencor por haber sido usado o explotado. Los ama y los acepta como son, con sus mentiras y ocultamientos.
La rebelión de Gregorio
Pero cuando la madre y la hermana se le meten en el cuarto para llevarse los muebles con el pretexto de que ese animal tenga más espacio para moverse, Gregorio se rebela.
En efecto, hasta la propia madre duda en sacarle los muebles, pues piensa que tal vez Gregorio alguna vez pueda volver a ser quién era. Entonces le continuarían brindando utilidad.
Gregorio nunca más va a volver a ser el de antes, pero por dentro sigue siendo un ser humano que usaba ese escritorio, que guardaba sus herramientas en el baúl. Entonces deja de estar escondido debajo del sofá para que la hermana no lo vea, tal como estaba tácitamente pactado, y sale, se lanza nerviosamente a recorrer las paredes.
Cuando se coloca sobre el cuadro hasta taparlo casi por completo está manifestando que aquel es su mundo y que no se lo pueden arrebatar.
La nueva amada hermana
La hermana, quien a esa altura parece exasperarse ante la existencia de Gregorio, insiste... pero ante la visión del monstruoso insecto debe afrontar la debilidad de la madre. Entonces aparece otra Grete, amenazante, que parece declararle la guerra a quien hasta hace poco era su querido hermano. Cuando lo amenaza, le dice "Gregorio", así que de algún modo ella sabe que él está ahí dentro.
Pero ya no lo quiere. Pues no le sirve. Ya no puede mantenerla como a una chica burguesa y ella tiene que trabajar como empleada en una tienda, ya no le paga las clases de violín. Ha perdido sus privilegios y parece ser que el único culpable es Gregorio.
Pero Gregorio la seguirá amando, y cuando ella toque el violín mientras los huéspedes la desprecian, él es el único absolutamente conmovido ante la hermosura de la música.
A lo largo del relato, Gregorio se manifiesta como un alma pura, llena de buenos sentimientos, que está pendiente de su familia aunque esta se comporte de mala manera con él.
Los palos del padre
Cuando es herido por el padre (primero el padre lo azuza con el bastón y él queda trancado en la puerta, y luego Gregorio recibe como proyectiles las manzanitas del padre que le quedan incrustadas para siempre en la espalda lo cual le produce una severa infección), Gregorio no intenta defenderse.
No es capaz de agredir a nadie, aunque todos le tienen miedo.
Y su soledad es tan grande que se pasa las melancólicas horas asomado a la ventana, aunque en verdad lo único que logra mirar es el frente gris de un hospital donde adentro sufren seres humanos.