domingo, 17 de marzo de 2019

ROMANCE DE "EL CAUTIVO DEL RENEGADO"



Tema y clasificación

Es un romance, es decir, un poema medieval español, cantado primero por juglares y luego transmitido oralmente de generación en generación. Como todos los textos de transmisión oral han quedado de él diferentes versiones.
La que utilizamos aquí es la que, por medio de un final trunco, termina con la voz del ama exhortando al cautivo que regrese a su tierra. Pero sabemos que hay muchas otras versiones en donde el romance continúa con una historia de amor y aventuras.
Por su temática, se ubica dentro de los romances fronterizos: el cautivo y el renegado son personajes que simbolizan el conflicto religioso y étnico que se vivió cuando moros y cristianos se disputaron la Península Ibérica.
La voz que habla en el poema es la del cautivo, de quien no sabemos su nombre, pero sí su origen: lo primero que dice de él es a dónde pertenece. Se trata evidentemente de un cristiano del sur de España, capturado por los árabes en la Guerra de la Reconquista.
El cautivo no es solo el personaje principal, a quien suceden los hechos fundamentales de la historia, sino que es el yo lírico que expresa sentimientos y deseos, y también es la voz narradora que cuenta su propia historia en primera persona.



Presentación


Los romances son muy sintéticos y sugieren más de lo que dicen, por eso se deduce de las palabras del cautivo el lugar en el que nació, el sur de España. Menciona Ronda y Antequera, que son dos ciudades muy bellas cercanas a Málaga. 
Se deduce que probablemente el personaje es joven, porque en su memoria afectiva aparecen en primer término sus padres, a quienes seguramente extraña.
La presentación del personaje pronto sufre un problema: su vida cambia de triste manera cuando es cautivado y llevado a vender como esclavo lejos de su tierra, en la costa de Marruecos, en un islote donde se ubica el almoneda o mercado donde lo van a rematar como si fuera un objeto.
Los topónimos, nombres de lugares, señalan al oyente del romance la tragedia de la guerra y el desarraigo del personaje.
La estadía en el mercado muestra el sufrimiento del Yo Lírico a través de los versos “siete días con sus noches, anduve en el almoneda”. Es una característica de los romances usar el mítico número 7 y también el uso de antítesis –oposición de imágenes o conceptos- en este caso el contraste entre noche y día.
Da la impresión que en el mundo moro en el cual ahora está inserto nadie se interesa por el joven cristiano. Quizás sea aún un adolescente sin fuerzas, o quizás es un joven de clase alta que por sus manos se ve que nunca ha hecho un trabajo duro.


Complicación




Otros personajes de importancia surgen entonces en la narración: en primer lugar, el renegado, que resulta ser el antagonista u oponente de la historia. Es el único que está dispuesto a comprarlo en el mercado donde todos desprecian al joven cautivo. Pero este hombre rico (se enfatiza la mano en la bolsa y la cantidad de monedas que paga por el cristianito) compra un cristiano para torturarlo.
Como muchos romances, este poema es ambiguo: no sabemos por qué este hombre , llamado solo por su condición religiosa ( un renegado es casi un traidor), abandonó la religión católica, aunque el interés monetario está sugerido por su evidente riqueza. Tampoco se sabe por qué manifiesta esa saña con su esclavo cristiano. Tal vez para tomarse la revancha con el mundo que él ha abandonado.
La historia llega a su máxima complicación cuando el narrador en primera persona o yo lírico explica la aterradora vida que lleva en la casa del renegado.
Se manifiesta el dolor también por su repetición, como si el tiempo no pasara.
Para ello se utiliza el recurso del paralelismo: “Dábame la vida mala/ dábame la vida negra”. Por medio de la repetición y la intensidad de la metáfora se transmite el horror de esa vida.
Luego el personaje da más detalles de su historia en poder del renegado: trabaja día y noche (otra vez antítesis) y machaca esparto o muele trigo (paralelismo) .Se trata de trabajos forzados que no se ven compensados por el sueño o el alimento. El frenillo en la boca con que el amo impide que el cautivo robe comida es un símbolo de su extrema crueldad. Y del hambre que pasa el protagonista, que hubiera sido capaz de comer cibera, es decir, granos de trigo crudo.


Desenlace


“Quiso Dios y la fortuna

que tenía el ama buena”.




La historia trágica del cautivo parece llegar a su resolución. Quizás protegido por Dios, o quizás solo una cuestión de suerte, llega al cautivo la ayuda de otro personaje, el ama.
Esta mujer, de la que solo se informa su condición (es el ama, o sea esposa del renegado, y vive en tierras musulmanas), es “buena”. El adjetivo bueno contrasta con todas las torturas que ha sufrido el cautivo.
El ama es el personaje ayudante que ofrece dones al personaje: pan, vino y bondad. A pesar de ser mora ella parece poseer los valores cristianos de los que carece su marido.
El renegado, que continúa con las costumbres de cristiano viejo (caza para comer carne, como los nobles, bebe buen vino cuando el Corán prohibe el alcohol) y no parece amar a su esposa, a la que abandona con frecuencia.
El afecto entre el cautivo y el ama se ve en la imagen muy contundente del acercamiento físico entre ambos personaje: el cautivo yace al final del poema en el regazo del ama y esta lo despioja, maternalmente.
Esto sugiere que entre ambos hay una relación física, y aunque en otras versiones del poema se explicita que entre ellos hubo una relación sexual, en esta queda limitado a estas manifestaciones de dulzura y protección.
El poema termina con un final abierto, es también un final trunco, pues el ruego del ama “Cristiano, vete a tu tierra”, no recibe respuesta. El ama quiere ofrecerle la libertad, el regreso a su condición social, etc. pero al parecer el cautivo no concreta la evasión.
El texto es ambiguo: las caricias y el ofrecimiento de la libertad son simultáneas, cada día le decía que se fuera, por lo tanto, aún está ahí, en brazos del ama.
El símbolo de la cadena sugiere mucho: estando el renegado, el cautivo debe sufrirla, pero cuando se va, el ama se la quita.
Esta aparición y desaparición de la cadena simboliza la indecisión del cautivo, que debe decidir entre el amor y la libertad.
Los oyentes del romance, con su imaginación, completaban la historia cantada por el juglar.
Como todos los romances, es este poema una tirada de versos octosílabos con rima asonante en los versos pares. Su título adelanta el conflicto, por lo tanto es emblemático, pero nombra sus principales personajes, por lo tanto también es epónimo.



Imagen de moros y cristianos.


El cautivo del renegado

Es un romance, es decir, un poema medieval español, cantado primero por juglares y luego transmitido oralmente de generación en generación. Como todos los textos de transmisión oral han quedado de él diferentes versiones.
La que utilizamos aquí es la que, por medio de un final trunco, termina con la voz del ama exhortando al cautivo que regrese a su tierra.
Por su temática, se ubica dentro de los romances fronterizos: el cautivo y el renegado son personajes que simbolizan el conflicto religioso y étnico que se vivió cuando moros y cristianos se disputaron la Península Ibérica.
La voz que habla en el poema es la del cautivo, de quien no sabemos su nombre, pero sí su origen: lo primero que dice de él es a dónde pertenece. Se trata evidentemente de un cristiano del sur de España, capturado por los árabes en la Guerra de la Reconquista.
Los romances son muy sintéticos y sugieren más de lo que dicen, por eso se deduce de las palabras del cautivo el lugar en el que nació (Ronda y Antequera son dos ciudades muy bellas cercanas a Málaga), y que probablemente el personaje es joven, porque en su memoria afectiva aparecen en primer término sus padres.
La presentación del personaje pronto sufre una complicación: su vida pega un giro cuando es cautivado y llevado a vender como esclavo lejos de su tierra, en la costa de Marruecos, en un islote donde se ubica el almoneda o mercado donde lo van a rematar como si fuera un objeto.
Los topónimos, nombres de lugares, señalan al oyente del romance la tragedia de la guerra y el desarraigo del personaje.
La estadía en el mercado muestra el sufrimiento del Yo Lírico a través de los versos “siete días con sus noches, anduve en el almoneda”. Es una característica de los romances usar el mítico número 7 y también el uso de antítesis –oposición de imágenes o conceptos- en este caso el contraste entre noche y día.
Otros personajes de importancia surgen entonces en la narración: en primer el renegado, que resulta ser el antagonista u oponente de la historia. Es el único que está dispuesto a comprarlo en el mercado donde todos desprecian al joven cautivo. Pero este hombre rico (se enfatiza la mano en la bolsa y la cantidad de monedas que paga por el cristianito) compra un cristiano para torturarlo.
Como muchos romances, este poema es ambiguo: no sabemos por qué el amo abandonó la religión católica, aunque el interés monetario está sugerido por su evidente riqueza. Tampoco se sabe por qué manifiesta esa saña con su esclavo.
La historia llega a su máxima complicación cuando el narrador en primera persona o yo lírico explica la aterradora vida que lleva en la casa del renegado.
Se manifiesta el dolor también por su repetición, como si el tiempo no pasara.
Para ello se utiliza el recurso del paralelismo: “Dábame la vida mala/ dábame la vida negra”. Por medio de la repetición y la intensidad de la metáfora se transmite el horror de esa vida.
Luego el personaje da más detalles de su historia en poder del renegado: trabaja día y noche (otra vez antítesis) y machaca esparto o muele trigo (paralelismo) .Se trata de trabajos forzados que no se ven compensados por el sueño o el alimento. El frenillo en la boca con que el amo impide que el cautivo robe comida es un símbolo de su extrema crueldad.

“Quiso Dios y la fortuna/ que tenía el ama buena”.

La historia trágica del cautivo parece llegar a su resolución. Quizás protegido por Dios, llega al cautivo la ayuda de otro personaje, el ama.
Esta mujer, de la que solo se informa su condición (es el ama, o sea esposa del renegado, y vive en tierras musulmanas), es “buena”. El adjetivo bueno contrasta con todas las torturas que ha sufrido el cautivo.
El ama es el personaje ayudante que ofrece dones al personaje: pan, vino y bondad. A pesar de ser mora ella parece poseer los valores cristianos de los que carece su marido.
El renegado, que continúa con las costumbres de cristiano viejo (caza para comer carne, como los nobles, bebe buen vino cuando el Corán prohibe el alcohol) y no parece amar a su esposa, a la que abandona con frecuencia.
El afecto entre el cautivo y el ama se ve en la imagen muy contundente del acercamiento físico entre ambos personaje: el cautivo yace al final del poema en el regazo del ama y esta lo despioja, maternalmente.
Esto sugiere que entre ambos hay una relación física, y aunque en otras versiones del poema se explicita que entre ellos hubo una relación sexual, en esta queda limitado a estas manifestaciones de dulzura y protección.
El poema termina con un final abierto, es también un final trunco, pues el ruego del ama “Cristiano, vete a tu tierra”, no recibe respuesta. El ama quiere ofrecerle la libertad, el regreso a su condición social, etc. pero al parecer el cautivo no concreta la evasión.
El texto es ambiguo: las caricias y el ofrecimiento de la libertad son simultáneas, cada día le decía que se fuera, por lo tanto, aún está ahí, en brazos del ama.
El símbolo de la cadena sugiere mucho: estando el renegado, el cautivo debe sufrirla, pero cuando se va, el ama se la quita.
Esta aparición y desaparición de la cadena simboliza la indecisión del cautivo, que debe decidir entre el amor y la libertad.
Los oyentes del romance, con su imaginación, completaban la historia cantada por el juglar.
Como todos los romances, es este poema una tirada de versos octosílabos con rima asonante en los versos pares. Su título adelanta el conflicto, por lo tanto es emblemático, pero nombra sus principales personajes, por lo tanto también es epónimo.



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