lunes, 5 de junio de 2017

BIBLIA - Libro de Jonás




Introducción 

"El libro de Jonás" es literariamente un relato, una narración breve, pero al estar incluido en la Biblia, los creyentes lo interpretan como algo sucedido efectivamente: un hombre común, perteneciente al pueblo hebreo, Jonás, es interpelado por la voz de Dios y este le ordena convertirse en profeta. 
Un profeta es un ser humano que ha sido elegido para transmitir la palabra de Dios a los otros. 
No siempre los que deben escuchar al profeta son hebreos como él. El "Libro de Jonás", justamente, es un ejemplo de un profeta que debe predicar entre gente extraña, que tiene otra religión y otra cultura, los ninivitas. 
Nínive era la capital de un imperio muy poderoso, y muy agresivo. Conquistó la Mesopotamia durante el siglo VII y solía arrasar y saquear los pueblos que dominaba. 
Por lo tanto, es lógico que Yavé esté muy preocupado por la maldad de Nínive y exige a Jonás que les advierta. 
¿Qué debe transmitir Jonás? Algo muy difícil: los ninivitas deben creer que hay un Dios muy poderoso que conoce su crueldad y que la ve, un Dios al cual deben respetar. 
Pero Jonás quiere escapar de Dios. No acepta ser un profeta. Huye. 
Da la impresión de que es Jonás un hombre perezoso, incluso dentro del barco mientras sucede la terrible tormenta, él duerme y no se percata del enojo de Dios. 
Por lo tanto, este libro trata de la difícil relación entre el hombre (Jonás) y Dios. 
Dios exige tareas al ser humano y este a veces se rebela.


¿Es posible huir de Dios? 


No en la Biblia, donde Dios (Yavé o Jehová) es todopoderoso, omnisciente, nadie puede escapar de la mirada de Dios. 
Entonces Dios le pone obstáculos a la resistencia de Jonás, lo pone sucesivamente a prueba, lo reta, para que este finalmente acepte su destino, su condición de profeta que debe ayudar a Dios para guiar a la humanidad en el camino del bien y la justicia. 


Estructura 

Formalmente, el relato está dividido en cuatro capítulos. 
Pero en su interior hay dos partes: en la primera, Jonás huye de la palabra de Dios. Esta parte sucede básicamente en el espacio del mar. 
En la segunda parte, Jonás, que ha sido salvado por Dios gracias a la ballena, cumple, pero se arrepiente de haberle obedecido. 
Así surge el enojo de Jonás, aunque Dios termina dándole una lección mostrándole cuán poderoso y misericordioso es. Jonás tiene que creer en Dios realmente, confiar en él, porque todo lo que hace Dios es para el bien de los hombres. Tiene que tener fe.

Jonás  huye del mandato de Yavé




El personaje de Yavé (o Jehová), nunca es descrito por el narrador. Su voz suena, parece estar en todas partes y a la vez en el cielo, dado que dice que "la maldad de Nínive ha subido hasta mí".
Es usual que Yavé se dirija a los seres humanos -cuando los impulsa a la acción-  con el verbo "Levántante". En esta ocasión, el verbo coincide con la personalidad de Jonás, que parece dormir mucho y ser perezoso.
De hecho, cuando más tarde en la tormenta el capitán del barco descubra a Jonás durmiendo en la bodega mientras todos los marineros se esfuerzan por salvar la nave, le llamará "dormilón".
Y Jonás no parece ser en principio un hombre dispuesto a los sacrificios. De hecho, cuando siente la voz de Yavé dándole un encargo de profeta, Jonás huye. 
Quiere ir a lo más lejos del mundo conocido, al otro extremo del Mediterráneo. Aunque Tarsis puede designar distintos lugares del mundo antiguo en general se lo ha asociado con la zona sur de la actual España. De hecho, Jonás va a hasta Jope (actual Yaffo, contigua a Tel-Aviv en Israel), para tomarse un barco que resulta ser mercante. 
Los marineros que comparten con él el viaje, y que rezan a sus dioses cuando se desata la tormenta, probablemente sean fenicios, un pueblo que vivía en el actual Líbano y cuya profesión usual era ser grandes comerciantes que instalaron colonias por todo el Mediterráneo.
Jonás cree que se puede huir de Yavé tomándose un barco. Se olvida de Yavé cuando se pone a dormir en la bodega.
Pero Yavé no se ha olvidado de él ni del mandato que le ha ordenado. El narrador deja muy claro que es Yavé quien desata la tormenta. En esa frase vemos la inmensidad del poder de Yavé, y tal como luego confiesa Jonás a los marineros, Dios es el creador del cielo y de la tierra.
Ante la tormenta, surgen con nitidez los personajes marineros, que no son hebreos dado que cada uno rezará a su dios. Pero sin duda son más piadosos que Jonás, pues recurren a la religión cuando se ven expuestos al sufrimiento aunque parecen no conocer al verdadero Dios, Yavé.
Otro detalle que nos los muestra generosos es que tiran las mercancías al mar, para salvar la vida, lo más importante para un ser humano. También se los ve piadosos hacia Jonás cuando este les propone echarlo al mar para sosegar la tormenta.
Los marineros parecen convertirse a la religión de Jonás, el hebreo. De todas formas hacen todo lo posible por regresar a tierra a la nave porque no quieren matar "sangre inocente", es decir, intentan también salvar a Jonás.
Pero echaron suertes y la suerte cayó sobre Jonás. Así que hasta en las pequeñas cosas, en el mínimo azar, está presente Dios.
Entonces Jonás es echado al mar. Así acaba el primer capítulo.





La oración de Jonás. Jonás adentro del pez.



La oración de Jonás parece ser un salmo. Es un poema de alabanza a Dios. 
Pero el narrador en tercera persona ya nos ha dicho que Yavé había enviado un gran pez para que tragara a Jonás. El pez no lo salva azarosamente, SINO QUE ES PARTE DEL PLAN DE DIOS.
Todo parece corroborar la OMNIPOTENCIA Y LA OMNISCIENCIA DE YAVÉ.
Jonás se da cuenta de que ese pez, que lo tendrá tres días y tres noches en su vientre, es un auxilio que Dios le ha enviado. (En la Biblia el número tres es usado con frecuencia, como si fuera un símbolo).
Jonás conoce a Dios, y sabe que está allí, detrás de cada cosa que sucede en el mundo. También sabe que él mismo, Jonás, se ha arrepentido.
Este poema que tiene la función de un rezo acompaña el momento en que Jonás ha caído en el mar, y sin embargo, no muere.  O si muere, dios lo regresa a la vida. Verso a verso, el yo lírico describe las sensaciones de un espíritu al borde del abismo.
Si Jonás habla en su salmo al principio en tercera persona, pronto pasa a la segunda y ya se dirige a Dios directamente.
Es la voz del ser humano que habla a Dios para agradecerle por haberle salvado la vida. La ballena siempre es sentida como un auxilio que le envía Yavé, pero Jonás recuerda en su oración el momento en que, antes de ser salvado por el pez, estuvo en el abismo del mar, junto a la muerte.
Dice en forma muy bella cómo sintió que las corrientes corrían sobre su cabeza y que descendió hasta los cimientos de los montes. También que su rostro se enredó de algas.
A través de estas imágenes, el yo lírico transmite la sensación de haber pertenecido a un submundo no humano. El más allá. De hecho, se habla del Seol, que es la forma en que se mencionaba el mundo de los muertos en la cultura hebrea.
En medio de tanta oscuridad Jonás recuerda que hay un Dios misericordioso. Y que sabe escuchar al ser humano. Ello llena el espíritu de Jonás de gratitud y amor a Dios. Con gran emoción parece percatarse de la grandeza de su Dios.
Es casi un momento de conversión. Hasta entonces, Jonás pertenecía al pueblo hebreo, pero la religión para él no era más que una cáscara, un ritual. A partir de esta experiencia límite, Jonás se da cuenta de la importancia de Dios para su propia vida y de todo el amor que este siente por los hombres, aunque sean rebeldes, como él.
La historia de Jonás es una vez más la historia de la oposición entre Dios y el ser humano. Este se resiste a la inmensidad de Yavé, pero Yavé les demuestra que los seres humanos que son frágiles y perecederos y deben confiar en él.
Entonces el pez vomita a Jonás en tierra firme, una playa. Es un renacer: luego de haber pasado por los infiernos. Jonás vuelve siendo mucho más consciente de su deber en el mundo.
Y por lo tanto, ahora sí acepta el reto de Dios y acepta ser profeta.

Profetizando en Nínive



En el tercer capítulo el narrador explicita que POR SEGUNDA VEZ Yavé  le habla en forma imperativa a Jonás. Y vuelve a insistir sobre Nínive, que es definida como una gran ciudad, de tres días de andadura.
Allí un hebreo, un extranjero, deberá explicar el mensaje de un dios que en principio nadie conoce ni respeta.
Y el mensaje es desolador para los ninivitas: "De aquí a cuarenta días Nínive será destruida". No es exactamente el primer mensaje que debía entregar Jonás a los ninivitas. Es más grave. Hay un crescendo del enojo de Dios hacia Nínive, la ciudad imperial que se caracteriza por su crueldad, la ciudad desde donde parten guerreros que atacan y arrasan a los pueblos vecinos.
Pero, imprevistamente, los ninivitas creen en Jonás. Al igual que los marineros del barco, se produce un proceso de conversión. A estos seres humanos, que no son hebreos, se les hace claro que el verdadero Dios es Yavé, y que este es un dios ético, que exige bondad hacia el prójimo.
Entonces los culpables se arrepienten de sus horribles acciones. El narrador en tercera persona señala una serie de gestos de arrepentimiento, rituales de exorcización de la culpa: se enumera el ayuno, y el cambio de vestiduras. Abandonan las telas ricas (que les han llegado por su violencia y el saqueo) y se visten de cilicio, una tela rústica parecida a la arpillera.
Hasta el propio rey de Nínive  abandona su trono para vestirse de cilicio y para arrodillarse sobre ceniza. ¿Habrá brasas en esa ceniza? El fuego es señal de purificación. ¿Acaso se está autoflagelando el rey por todos los males que él ha cometido?
Nadie puede dudar del arrepentimiento del rey y su pueblo. Asimismo, el rey da órdenes para que todos ayunen, para que no tomen agua. El ayuno en varias religiones se asocia a la purificación y a la prescindencia de los placeres en favor del espíritu.
Y entonces Dios se arrepiente del castigo que les tenía preparado. No los destruirá.



Capítulo IV



   Jonás según Miguel Ángel. Capilla Sixtina. 


¿Cómo reacciona Jonás ante la actitud de Yavé? Este cuarto capítulo y desenlace de la historia, presenta por primera vez un verdadero diálogo entre Jonás y Dios.
Ahora el lector comprende más a Jonás. Es un hombre irascible y exige a Dios que sea como él es. No puede comprender la misericordia. Parece haber olvidado que estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena. Y que Dios lo perdonó y lo salvó.
Pero Jonás representa a la Humanidad, y esta siempre ha cuestionado a Dios. Jonás no concibe que gente tan malvada como los ninivitas queden impunes. No cree en el arrepentimiento del malvado. O si realmente el malvado se arrepiente, no cree que se lo deba exonerar de la culpa.
Considera que Dios es demasiado piadoso, tardo en castigar. Jonás prefiere al Dios del Génesis, el que echó a Adán y Eva del Paraíso, el que envió el diluvio y solo protegió a Noé, el que llevó las siete plagas a Egipto por haber sido un pueblo malvado e injusto que torturó a los hebreos.
Ese Dios del Tanaj concebido por Jonás es una imagen antigua de la divinidad,  una mirada que convierte a Dios en un juez en lugar de un misterioso ser lleno de amor, inescrutable.
Pero Jonás aún espera que Dios castigue a Nínive. Y se va al desierto a esperar que se produzca la destrucción de esta. Y entonces suena la voz de Yavé que con cierta ternura e ironía se dirige a Jonás: "¿Haces bien en enojarte tanto?"
Llega entonces el desenlace de esta historia y la lección que da Yavé a Jonás. Este, en el desierto, prepara un ramaje para cubrirse de los tremendos rayos del sol. Pero Dios hace crecer un árbol para que le dé sombra a Jonás, una calabacera o un ricino. Jonás no se percata de que la irrupción de ese fresco árbol en un día ardiente en el desierto es un milagro de Dios. Y parece sentirse feliz, aliviado.
Pero Dios tiene un plan mayor. Envía un gusano que destruye al árbol con la misma rapidez con que este había crecido. Y envía un viento caliente.
Jonás se está volviendo loco, se enoja tanto, que hasta desea la muerte. Está lleno de frustración y resentimiento. 
Y entonces el Libro termina con la voz de Yavé, que con extrema calma le da un discurso moral: Jonás tuvo lástima de la muerte de la calabacera. ¿Por qué? Porque le servía y le deba frescor. Solo por un impulso egoísta.
Pero Dios siente lástima por la muerte de todas sus creaturas, incluyendo los seres humanos que pecan, que han cometido actos impíos. Y Yavé le explica a Jonás que  él debe tener compasión por los pecadores, en este caso por los ninivitas, porque no saben distinguir  la mano derecha de la izquierda. Es decir: Yavé está convencido que la ignorancia es la fuente del mal. Que el ser humano debe comprender, reflexionar y arrepentirse. Esa es la vía para evitar males a la Humanidad, y no meros castigos.
Apuesta a la educación. Con Jonás  Dios ha sido un gran maestro. Y le ha dado oportunidades.  El silencio en que deja a Jonás señala que este queda pensativo, advirtiendo cuánta razón le asiste a Dios.
Y sí,  Yavé es misericordioso, no pretende venganzas. Se acabó la ley del Talión, el ojo por ojo, diente por diente.

El estilo de este relato es casi minimalista: apenas unas palabras, apenas unas imágenes, dan un panorama profundo de la convulsa alma humana y de la infinita bondad de Dios.

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